Liberación.

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❝ Al fin me sentía tan
libre como las nubes.❞

—¿Segura de que me quieres ahí?— cuestionó el chico a la fémina

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—¿Segura de que me quieres ahí?— cuestionó el chico a la fémina. La de cabello azul asintió, terminó de amarrar la hebilla de sus zapatos negros para así enderezarse viéndolo con una sonrisa.

Se veía bien, demasiado bien para su salud hormonal. El Nara había ido a su casa para conseguir ropa más decente, había regresado vestido totalmente de negro con su camisa interior de rejillas luciendo espectacular en sus antebrazos.

Y Sora no mentiría, era todo un espectáculo verlo hacerse su característica coleta de caballo, un espectáculo que finalmente se podía permitir apreciar sin culpas o vergüenza.

—Segura. ¿Nos vamos?— el chico asintió saliendo junto a ella de la habitación, ambos salieron del departamento para así comenzar a caminar por las calles de Konoha hasta internarse en la calle comercial.

—Pasaré por unas flores de nube a la floristería Yamanaka.— le comentó, Sora sabía que la Yamanaka era amiga cercana de Shikamaru pero también, como mujer sabía que Ino adoraba el cotilleo. Y eso no era malo, las veces que había ido a la floristería las pláticas resultaban ser de lo más agradables, entretenidas e intrigantes pero no sabía si Shikamaru quería dar ese paso en lo que sea que tenían. Ya saben, estar en boca de todos.

—Me parece bien, necesito hablar con Ino sobre un tema de la División Sensorial.— le dijo encogiéndose de hombros. Sora sonrió llevando la mirada al cielo. —Qué rápido pasa en año, estamos en Mayo ya.— susurró obteniendo como respuesta un “Mhm”

La campana sonó cuando entraron a la floristería. Y la rubia detrás del escritorio rápidamente sacó la nariz de la revista de moda que leía pronunciando un:

—¡Bienvenido a la floristería Yamanaka! ¿En qué puedo servirlo?—

Al notar que era su compañero junto a la “amiga” de éste mismo, la sonrisa en su rostro se expandió. Caminó hacia ellos saludando a Shikamaru para así enfocarse en Sora.

—¿Lo mismo de siempre, nieves?— Ino tenía apodos para todos.

—Sí, rubia... Pero, oh ven aquí ¡Mira esa pancita!— el Nara se hizo por un lado observando como Sora se derretía de ternura acariciando el pequeño abultamiento en el abdomen de la rubia.

Se preguntó cómo sería tener a Sora embarazada de sus hijos, definitivamente sería bastante sobreprotector o tal vez compraría uno de esos libros que Sai últimamente se la pasaba leyendo. La fiebre de los bebés así como la del matrimonio nuevamente había sido propagada por la pareja Uzumaki.

𝒀𝑼𝑲𝑰 - 𝑵𝒂𝒓𝒂 𝑺𝒉𝒊𝒌𝒂𝒎𝒂𝒓𝒖. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora