7. Mi familia no es normal.

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Doble actualización 1/2

Doble actualización 1/2

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LIAM.

—¡Si cortas la llamada te castro! —escuché a Nate decir a través de los audífonos.

—No lo voy a hacer, pesado —dije.

Puse los ojos en blanco, estaba acostado en mi cama boca arriba escuchando como Nate me contaba de su vida, me llamaba muy seguido para saber como estaba, y lo agradecía bastante.

Ya hacía más de un mes que estaba en Ledds y me gustaba, todavía no me acostumbraba del todo pero suponía que eso iría cambiando con el tiempo. El equipo ya había jugado varios partidos y en todos habían ganado, tenía que admitir que eran muy buenos.

Los chicos y yo proclamamos una mesa en la cafetería como nuestra y nos sentábamos a comer juntos todos lo días, ver a Hayden peleándose con Josh y a Liana con Tyler, me daba años de vida. Ningún desayuno se hacía aburrido con ellos.

Y pues... había pasado mucho tiempo con Cassia, más del estrictamente necesario. Nos reuníamos en la tarde para hablar en la biblioteca o en su casa para leer los libros de su madre, de vez en cuando iba a los partidos junto con los chicos para apoyar a Tyler —que a diferencia de mi si jugaba—.

Había descubierto que estaba en uno de esos clubes del instituto, todavía recordaba el día en que me había llevado después de clases a ver unos bocetos que hizo para la exposición de física.

—Apresurate Liam —exclamó ella halando mi brazo por los pasillos desiertos del instituto.

—¿A donde vamos? —cuestioné dejando que ella me guiara.

—Al salón del club de arte.

—¿Hay club de arte? —pregunté, pasmado.

—Si, esta junto al club de debate y el de repostería.

—¡Hay club de respos... —fruncí el ceño—¿Cuantos clubes hay?

—Creo que veinte, no lo sé, nunca los he contado —explicó sin mirarme—. Liam, camina más rápido.

—Estoy cansadito —me quejé haciendo un mohin.

—¿De qué? ¿De dormir en clase? —ella se detuvo.

—No estaba dormido.

—¿Ah, no? —Cassie se alejó de mi y puso sus brazos en jarras—. ¿Y qué se supone que hacías?.

—Estaba prestando atención con los ojos cerrados —sonreí ante su cara de irritación.

¿Y si contamos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora