CASSIA.
Acomode por tercera vez en la mañana mi corbata. Odiaba usarla, creo que era lo único que no iba a extrañar del instituto cuando tuviera que irme. Sin embargo, la había soltado por completo, cuando pasaba eso le pedía el favor a mi padre para que me la arreglara, pero estaba a mitad de la clase, así que eso no era una opción. Si, no sabía cómo colocarme la corbata desde cero. Normalmente el nudo ya estaba hecho para solo colocarla y la verdad, nunca me molesté en aprender a hacerla.
Observé a Liam resolviendo unos problemas matemáticos que el profesor había colocado de ejercicio en el pizarrón. Yo los había terminado hace unos minutos atrás, luego entré en crisis porque no conseguía la manera de colocarme la corbata y sabía que si el profesor la veía suelta iba a llamarme la atención o peor, si mi padre llegaba a verme sin ella puesta. Después de ese pensamiento entre en pánico.
-Eh, ¿Liam?
El castaño centró su atención en mí.
-¿Cass?
-¿Podrías ayudarme? Por favor.
Él sonrió.
-Dijiste que podías resolver los ejercicios tu sola, pero no importa. Yo encantado te hecho una mano.
El estiró la mano e hizo un ademán de tocar mi libreta. Yo le di un manotazo para que la soltara.
-¿A qué viene tanta agresividad?
-No es para eso que te pido ayuda, ya los resolví.
-Pudiste ser más específica -comentó, sobando su mano-. ¿entonces en qué cosas puede ayudar este caballero a su dama?
Yo me sonroje levemente. Me daba vergüenza decirle que no sabía colocarme la corbata, es decir, ya estaba grandecita para que alguien la colocara por mí.
-Y-yo... eh... podrías -tartamudeé.
-Yo podría... -repitió la frase para que yo siguiera.
-¿Podrías colocarme la corbata? Por favor -dije, bajando la voz.
El hizo una sombra de sonrisa, pero asintió, yo respiré aliviada.
Me acomodé de forma que el tuviera acceso a mi cuello y pudiera colocarme la corbata. El comenzó a hacer ese nudo extraño para después preguntarme si la sentía cómoda, sonreí en agradecimiento cuando la tenía puesta perfectamente.
-Gracias -me acerqué a él dándole un beso en la mejilla, Liam sonrió.
El profesor había salido al baño, por lo tanto, nadie más que los alumnos de atrás nos podrían ver y eso la verdad, me importaba un bledo.
-Pues ya podrías pedirme favores más seguido, si así me darás las gracias yo encantado.
Sonreí, sentí mis mejillas calentarse. Esas mesas compartidas eran muy pequeñas, le comentaría eso a mi padre.
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¿Y si contamos las estrellas?
Roman pour AdolescentsLiam Danvers es un chico inteligente, amable y guapo. Por diferentes circunstancias, se ve en la obligación de mudarse a una nueva ciudad junto con su familia. Él, se verá en la obligación de adaptarse, no solo al nuevo lugar que llamará hogar. Si n...