22. ¡Feliz cumpleaños!

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LIAM

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LIAM.

Sentí un dolor agudo en mi cabeza, di media vuelta en el colchón de mi cama. Intenté abrir los ojos pero sentía los reflejos del sol dándome en la cama.

Solté un quejido de molestia, ¿Por qué no las había cerrado anoche? Opte por no hacerlo porque...

Eh...

¿Por qué no las había cerrado?

No recordaba.

Fruncí el ceño, estiré mi mano buscando una almohada para colocarla en mi cabeza y tapar cualquier rayo de luz que pudiera molestarme. Pero, en vez de tocar una almohada terminé tanteando otro objeto.

Abrí los ojos de golpe.

No era un objeto, era una persona.

Y no era cualquier persona, era Cassia.

Di un respingo, perplejo ¡¿Que hacía Cassia en mi cama?! Me alejé al instante, un poco sorprendido y confundido por el escenario, estaba tan absorto que no recordé que mi cama no media dos metros de ancho y terminé cayendo al suelo. Acaricie mi cabeza y me incorpore de golpe, no fue una buena idea, todo me daba vueltas.

¿En qué momento traje a Cassia a casa? ¿¡acaso habíamos...?! Mire hacia bajo automáticamente, tenía pantalones, y Cassia tenía una de mis camisetas. Intenté recordar algo pero, nada, mi mente estaba en blanco. Además, me dolía demasiado la cabeza.

Entré al cuarto de baño y me duché con agua tibia, tratando de que el dolor disminuyera. Al salir me coloqué una sudadera blanca y un pantalón de algodón gris. Cassia seguía dormida, Nunca la había visto así, su posición era recta y sus manos las tenía en el abdomen. Me acerqué para verificar que, efectivamente, respiraba. Bueno, algo menos de que preocuparse.

Pasado unos minutos en los cuales intenté aclarar mis pensamientos salí de la habitación, casi me da un infarto al ver a alguien dormido boca abajo en el pasillo, me llevé una mano al pecho, Como todo ser dramático que era, y me acerqué al cuerpo. Con el pie intenté darle la vuelta, por suerte al tercer intento lo logré. Menos mal que ya estaba recuperado del todo de mi operación en la rodilla, si no habría sido una misión imposible. No me sorprendí al ver que la persona era Tyler, cuando se emborrachaba se quedaba dormido en cualquier parte. Pasé por su lado y bajé las escaleras.

Al llegar a la sala me di cuenta de que, hoy era el día en que iba morir. Lo confirmé cuando vi el juego de porcelana favorito de mi madre regado en la mesita de la sala de estar.

Mierda.

Además, los videojuegos de Noah estaban abiertos y amontonados en un rincón del sofá.

Doble mierda.

Ahogue un quejido, ¿¡DONDE ESTABAN LAS BARBIES DE KIARA?!

Subí las escaleras rápidamente, me valía sí me partía la madre, de todos modos era algo que Kiara iba a hacer si sus muñequitas rubias clonadas no estaban en el lugar que se suponía que debían estar. Al entrar a la habitación de mi hermana menor suspiré aliviado, estaban acomodadas en su estante. Cerré la puerta detrás de mi listo para volver al primer piso, pero todo se interrumpió cuando Liana apareció como un espanto frente a mí. La impresión fue tan fuerte que terminé golpeando mi frente con la puerta.

¿Y si contamos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora