18. Te quiero, Cassia.

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CASSIA

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CASSIA.

—¡Hola, Olivia! —saludé.

Acababa de llegar a casa. Esta mañana cuando desperté recordé que tenía que ir a un museo de arte gótico con el club de arte. Al darme cuenta salí disparada al instituto, por suerte llegué a tiempo porque si no hubiera perdido el autobús.

A pesar de haber estado en uno de mis lugares favoritos, rodeada de tantas pinturas y esculturas. No me sentía con mucho ánimo. De hecho, me la pasé gran parte del recorrido distraída. Algo muy impropio de mi.

—Hola, mi pequeña —Olivia se levantó del sofá para darme un beso en la frente—. Hoy hice estofado, iré a calentarlo.

Negué con la cabeza.

—Gracias Oli —sonreí—. Pero ahora no tengo mucha hambre.

—¿Estas segura?

—Si, compré unos dulces en la máquina expendedora del museo, y estoy un poco llena.

—Esta bien. Pero si te da hambre más tarde no dudes en llamarme, te preparé lo que quieras ¿okay?

Asentí.

Después de darle un abrazo a Oli caminé por el pasillo hasta llegar a la oficina de mis padres. No había sentido a Olaf desde que había llegado así que probablemente estaría allí, era un buen lugar para descansar, y Olaf a pesar de ser un perro era muy consciente de ello.

Nada más abrir la puerta lo confirmé, mi perrito estaba tirado con las patas hacia arriba en la alfombra, apenas me vio saltó hacia mí lamiendo mi mano y husmeando la mochila que colgaba en mi hombro.

—Olaf, no tengo comida en mi mochila —aclaré al enorme animal que saltaba insistente a mi espalda—. Si te gusta comer pinceles con gusto te los doy porque no hay más nada allí.

Después de comprobar que, efectivamente, no había nada en mi mochila que pudiera satisfacer su hambre. Mi mascota volvió a tumbarse en la alfombra justo en la misma posición en la cual lo había encontrado cuando llegué. Sonreí.

—Recién sacudi la alfombra, no pasan ni cinco minutos cuando vuelve a llenarse de cabello de perro —pegué 000un respingo, no había notado la presencia de mi padre—. Llegaste rápido, ¿cómo te fue?

—Bien.

Mi padre frunció el ceño.

—Ese bien sonó a todo menos a eso.

¿Y si contamos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora