Calum es simplemente perfecto.
Todo lo que hace es con completa delicadeza, firmeza y elegancia.
Camina de puntillas, nunca se encorva.
Practica ballet desde los seis años y su vida es completamente disciplinada. Tanto como en los horarios para hace...
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12:35
Hizo círculos con sus pies en un intento de relajarlos, y luego de unos minutos, se levantó del suelo con más energía en su cuerpo, decidido a realizar el Pas coururecorriendo una distancia más larga. Si tenía suerte, por toda la longitud del estudio, de manera relajada, fina, y técnica, como si flotara sobre el suelo.
Al acabar el paso, llegando al otro extremo sin haber doblado la planta de su pie o realizar un mal movimiento, logrando que su rodilla tiemble, saltó un par de veces en forma de celebración. Sintió deseos de abrazar a alguien o gritar el logro, pero se encontraba solo en el estudio, así que mantuvo su emoción para sí mismo.
Parando sus saltos de exaltación, sonrió por el acogedor sentimiento que se impregnó en su pecho. Volvió a su puesto de partida, aún emocionado, queriendo practicar la rutina completa, deseando no cometer ningún error. Respiró profundo y cerró los ojos antes de empezar. Cuando estuvo listo, realizó el primer salto en el aire que ya había dominado hace un mes: cayó con delicadeza con sus brazos extendidos, una rodilla en el suelo y la otra pierna doblada. A punto de continuar con el siguiente paso, fue desconcentrado por el timbre proveniente de su celular.
Se levantó del piso mientras bufaba, recriminándose el hecho de no haber dejado en silencio el aparato. El nombre de Finneas relució en la pantalla, lo cual lo hizo fruncir el ceño. Aún así, contestó.
—¡Hola, Cal!— saludó el contrario antes de que pudiera hablar—. ¿Cómo estás?, ¿qué hay de nuevo?
—Estoy bien— simplemente respondió, extrañado por la euforia que su amigo transmitía—. ¿Tú estás bien?
—¡Hay una fiesta hoy!— soltó riendo, como un niño que no pudo aguantar contar un secreto—. ¿Vendrás, verdad? Necesitas ir. Tienes que ir.
—Está bien, está bien— rio también, con el regocijo del paso logrado y la voz tan alegre de su amigo extendiéndose por todo su cuerpo—. ¿A las ocho está bien?
