17. El problema con los monstruos

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Hailey

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Hailey

En total hay tres sedes de Editorial Winter en el país, siento que para solo llevar seis años en el negocio es una buena cantidad.

La primera es la de New York, la cual está bajo mi cargo, la segunda es la de San Francisco, allí el director ejecutivo es Gerald Newt y aquí en Boston la directora ejecutiva es Susy Samuels. Por lo menos una vez al mes siempre viajo a estas dos sedes para dar mi recorrido y reunirme con ellos para ver cómo va todo, recibir reportes o estar en alguna que otra reunión.

Era una mañana muy fría la del nuevo día, pero el sol estaba radiante. Bajé con Josh del auto que nos trajo y miré el edificio unos segundos antes de proceder a caminar con él siguiéndome.

Con una mano empujé la puerta de cristal y con la otra sostuve con fuerza el termo que traje del hotel con té verde de limón.

Me fui preparando mentalmente para un día ajetreado porque sabía muy bien que Susy debía tener mil cosas por hacer y con eso de que está organizando el evento de caridad aún más. Así que tomé una profunda respiración y miré a Josh de reojo.

—¿Listo para un poco de faena en Editorial Winter versión Boston? —pregunté y vi como sonrió de lado.

—Estoy aquí para ayudar —respondió.

❁❁❁

Faltaban diez minutos para las 5:00 pm. Lo que significaba que un día de trabajo estaba por terminar. Muchos, si no es que todos los que trabajan en la editorial, debían ir a sus casas para comenzar a alistarse para el evento, incluyéndome, por suerte sería en el mismo hotel donde me hospedo.

Me llevé el bolso a mi hombro y salí del edificio para esperar el auto que nos venía a buscar a Josh y a mí para regresar al hotel.

Las cosas estaban algo tensas entre nosotros y era mi culpa: desde ayer no dejé de ser indiferente y solo le hablo para cosas estrictamente necesarias. Seguía sin entender mi comportamiento, el chico no me hizo nada, pero si me pusiera a rebuscar en mi cabeza las razones por las cuales actúo de ciertas formas creo que jamás encontraría las respuestas.

Estando en el auto el estilista que siempre contrato para arreglarme en los eventos me escribió diciendo que ya se estaba instalando en mi habitación. Tecleé una respuesta rápida haciéndole saber que estaría allí en cuestión de nada.

No suelo maquillarme o hacerme grandes peinados a mí misma, jamás me ha importado aprender a hacer esas cosas porque mi apariencia es honestamente la última de mis prioridades cuando tengo miles de compromisos y cosas por hacer. Sé que no debería culpar a mi trabajo por ello, ya que hay mujeres que calzan tacones de diez centímetros, visten prendas hermosas y manejan imperios empresariales mayores al mío, pero yo prefiero la comodidad de unos zapatos bajos y evitar el estrés de estar maquillándome todas las mañanas frente al espejo.

Ella es alcohol - Él es dolor [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora