22. Cruzando la línea

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Josh

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Josh

Envié el mensaje y dejé el celular a un costado para comenzar a preparar el desayuno.

Saque de la nevera un par de hojas de espinaca, mantequilla, huevo y bacon teniendo en mente la idea de preparar un omelette.

Puse a tostar rebanadas de pan y también a calentar agua en la cafetera. Me tomó quizás unos quince minutos tener todo listo y escuché como Hailey salía de mi habitación hablando por celular.

—... Sí, estoy en una pieza, deja de llorar —decía—. Amiga te juro que estoy bien, nada malo me pasó —sonrió de lado y se sentó en una de las sillas poniendo suma atención a lo que le estaban diciendo por la llamada—. Bella, hiciste lo correcto, tenías que irte —Hubo una breve pausa—. De acuerdo, toma una aspirina y duerme.

Hailey colgó la llamada cuando Bella le dijo una última cosa y luego suspiró llevándose las manos al rostro.

—¿Todo en orden?

—Sí, solo era Bella. Está en su casa, por suerte sus padres no están en la ciudad.

—Oh, supongo que eso es bueno, no creo que les hubiera gustado ver a su hija llegar borracha de un bar en la madrugada.

—Lo sé —susurró y alejó las manos de su rostro viéndome—. Soy una terrible influencia, Josh. ¿Te imaginas el desastre legal que hubiese tenido que enfrentar por llevar a una menor a un bar?

—Con todo respeto, señorita Winter —puse el plato con su desayuno frente a ella—. Como veo la situación, no es la primera vez que lleva a su amiga a estos lugares, ¿por qué piensa en las consecuencias ahora?

—Josh, las horas que pasé sentada en ese frío lugar me llenaron de perspectiva, no quisiera nunca que Bella acabara allí —sus ojos se cristalizaron—. Estoy asustada, ¿acaso he llegado a un punto sin retorno?

—No —negué y me senté en la silla vacía viéndola fijamente—, nunca hay un punto sin retorno, señorita Winter. Quizás esto es lo que necesitaba, un golpe de cordura para comenzar a cambiar.

Hailey dejó caer una lagrima y me miró como si no pudiese descifrarme, como si le costara mucho poder entender lo que digo.

—Josh, enséñame a ser como tú —pidió afligida—. ¿Cómo lo haces? Estás lleno de tanto dolor, pero aún así sonríes como si nada pasara e iluminas hasta la habitación más oscura.

—Con el tiempo me di cuenta de que sonreír era más sencillo que explicar. —respondí, pero negué inmediatamente—. No pida ser como yo, ocultar el dolor sólo lo aumenta.

La puerta del departamento fue golpeada de forma suave un par de veces. Hailey se limpió las lágrimas y yo me levanté de la silla para abrir.

Lou estaba allí con un frasco de pastillas y un sobre de té verde de limón en sus manos.

Ella es alcohol - Él es dolor [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora