Cap. 38

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—¿Con quién crees que estás hablando?

Kali miró retadora a Lydia.

—Con alguien a quien le urge un pedicure. Puedo recomendarte a alguien—, atacó la pelirroja, con burla y veneno en su voz.

De haber estado allí, la pecosa habría reído a carcajadas -y seguramente también habría chocado puños con Lydia.

( . . . )

—No llames hasta que estés a sesenta kilómetros. ¡Largo!

Y con esas dulces y cálidas palabras de Peter, Derek puso el auto en marcha. Avanzando a una velocidad considerable por las calles casi desérticas de la ciudad, iluminadas escasamente por los postes en cada esquina.

Estaba nerviosa, sin duda. ¡Obvio! La vida de su padre corría peligro... y, claro, también la de Lilian. Sus amigos y hermano. estaban metiéndose en la boca del lobo, literalmente.

Y ella estaba huyendo en un jeep con Derek. Pero debía hacerlo; porque la manada de alfas quería herir a Derek, eso la convertía a ella un objetivo. Un flanco.

Un punto débil.

Cora había salido minutos antes que ellos, en el auto de Valeska -siendo que la pecosa había insistido, pues la menor de los Hale había pensado en rentar un auto y huir en éste.

No podían perseguirlos a ambos. ¿Verdad?

Se sentía culpable. Miró por la ventana del auto, fijándose en las luces de los postes pasar con rapidez, en las hileras de viviendas pasar frente a sus ojos como simples borrones color beige opacados por la falta de iluminación.

—Oye—, la mano de Derek se posó sobre su muslo, apretando este con ligereza. Llevó su mirada al mayor, con un solemne interrogante en sus facciones. O tal vez quien miraba interrogante era él, y ella solo se veía... miserable—. ¿Todo bien?

Asintió, no confiando en su voz para hablar. Desvió la mirada.

—Tienes miedo. Y sabes que lo sé. Lo puedo sentir. No tiene caso que me mientas—, su voz era suave. Esto logró quitarle un poco el malestar del momento, pero no la hizo sentir mejor. En absoluto.

Tenía tantas cosas rondando en su cabeza que simplemente sentía que se iba a ahogar. Llevaba un tiempo desde la última comida medianamente decente que había ingerido; intentó convencerse de que a aquello le debía su malestar.

Su estómago dio un vuelco extraño, sintió el nudo en su garganta apretarse y convertirse en náuseas.

—Para el auto, por favor.

Derek detuvo el vehículo a un lado del camino, al instante en que se fijó en el pálido semblante de su omega. Bajó la ventana, asomando su cabeza por ésta, lista para vaciar el contenido de su estómago, que en realidad estaba vacío -mejor dicho, lista para expulsar la bilis que subía por su garganta, quemando esta en el proceso.

Pero nada.

Respiró un par de veces, apoyando su cabeza en la puerta del auto. La fría brisa nocturna chocando con su rostro, entrando por su nariz. Escuchó a Derek soltar su cinturón de seguridad, y el de ella también.

Miró al hombre, quien había movido el asiento hacia atrás.

—Ven aquí—, ordenó.

Saltó de su asiento, hacia él; obediente. Sentándose sobre el mayor, ubicando sus piernas a cada lado de su cuerpo. El espacio era reducido, sentía el volante hundirse en su espalda y el techo del vehículo ocasionalmente acariciar su cabeza.

Bad News || Derek Hale [Teen Wolf] (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora