Capítulo ocho

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En cuanto la hora de salida llegó, corrió hacia la salida de las instalaciones educativas, en el portón habían muchos yéndose con su grupo de amigos o siendo recogidos por sus padres. Dave se despidió de él recordándole estar pendiente de su celular por cualquier cosa, se quedó unos dos minutos ahí parado viendo a los estudiantes ir y venir cuando una motocicleta se estacionó frente al lugar, dudó un poco pero esa duda se esfumó cuando la persona se quitó el casco dejando ver su larga melena colorina, llevaba gafas de sol oscuras y en verdad que daba toda la apariencia de Bad boy de película cliché.

"Me encanta..." fue lo primero que pensó al verlo, seguido de un "Quiero que me pegue, me embarace y me abandone" hasta que recordó que era hombre.

Sus mejillas enrojecieron ante tales pensamientos tan absurdos, se acercó al ojiesmeralda y tocó su hombro para llamar su atención, le volteó a ver con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—. Hola, rubio. — El casco en su mano fue directamente hacia la cabeza del rubio, lo abrochó y le hizo una seña para que subiera.

—. Nunca he ido en moto... — Él tampoco entendía porqué, Dave tenía una pero solo la utilizaba para emergencias por no tener una licencia.

—. Para todo hay una primera vez.

Un guiño.

Sintió que las piernas le temblaron como dos trozos de gelatina que acababan de sacar del refrigerador, así de mal lo ponía en su totalidad.

Con algo de dificultad se subió a la motocicleta, aferró sus manos a la cintura del pelirrojo con algo de inseguridad mientras éste volvía a encender la motocicleta.

—. ¿Quieres ir a algún lugar o a ver mi nuevo departamento? — Sin voltear a ver al rubio hizo aquella pregunta arreglándose las gafas en el puente de su nariz.

—. ¿Ya no vivirás con tus padres? — Asomó su cabeza por el hombro del pelirrojo con un gesto claro de curiosidad.

—. Te cuento cuando lleguemos.

Y así empezó el camino en la moto, el rubio iba muy atento al camino tratando de memorizar un poco por dónde iban, tardaron unos diez minutos en llegar a una residencia de departamentos que, la verdad, no se veía ni tan lujosa ni tan de mala muerte, vaya.

El pelirrojo estacionó su motocicleta a un lado de la calle, bajó de ella con cuidado ayudando al rubio tanto a bajarse como a quitarse el casco. Le hizo una seña para que lo siguiera y ni tonto ni perezoso, fue detrás de él adentrandose al edificio pasando de largo por la recepción de paredes blancas con detalles en plateado y rojo, yendo directamente al ascensor.

—. Estuve ahorrando para poder vivir solo. — Una explicación que podría llegarse a suponer cualquiera.

—. ¿Por qué no te habías ido antes? — Y él, al parecer, no podía cerrar su boca alguna vez.

A su oído llegó el sonido de un suspiro, pensativo y dubitativo, como si necesitara una afirmación para saber que podía contarle aquello.

—. Porque gran parte de mis ahorros me los quitaron, tuve que empezar de nuevo pero en un nuevo negocio y fue ahí que empecé a trabajar con Anthony.

Luego de contar aquello el ascensor se detuvo, bajaron del mismo y con el ojiesmeralda yendo por delante se encaminaron hacia uno de los departamentos, se detuvieron al fondo del pasillo abriendo una de las puertas y adentrandose al dichoso departamento.

No era para quedarse estupefacto, paredes de un color crema con un que otro cuadro de adorno, algunos muebles bien colocados y otros desarmados junto a cuadros de cartón dónde venían empacadas algunas cosas.

Al llegar a la sala, si veías hacia la izquierda había un pequeño pasillo donde suponía estaba la habitación y el baño, hacia la derecha había una puerta, que fue a dónde se dirigió el pelirrojo. Suponiendo, debía ser la cocina.

Fue detrás de él casi corriendo dejando su mochila encima de una de las cajas, enrolló las mangas de la camisa de uniforme dejando a la vista el plástico que cubría su pequeño tatuaje.

La cocina tampoco parecía la gran cosa, tenía una pequeña mesa de comedor para tres personas y todo los implementos de una cocina normal, incluso el refrigerador era algo grande. De este mismo, el ojiverde sacó dos botellas, una parecía ser de algún jugo de un fruto rojo y la otra era claramente una botella de cerveza.

El pelirrojo abrió las botellas contra el mueble de la cocina y se acercó al rubio para poder entregarle la bebida de color rojo, de alguna forma muy, pero muy extraña, sentía que si tomaba esa botella estaría aceptando algo más que una simple bebida. No era algo físico, era algo sentimental.

Y no quería, bueno, no podía pero a este punto ya estaba a los pies de ese colorín de ojos verdes.

໒❛ 𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐍𝐄𝐂𝐄𝐒𝐒𝐈𝐓𝐈𝐄𝐒 ♡ ❫ ◗ ʚ₍ᐢ 𝙠𝙪𝙧𝙩𝙖𝙭𝙡 ᐢ₎ɞ ᵕ̈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora