Dos semanas pasaron hasta que finalmente logramos amueblar por completo nuestro apartamento. Todos los muebles y el decorado eran de colores oscuros, de estilo minimalista, y resaltaban bastante bien con las paredes blancas. Compramos un excelente sistema de sonido y una pantalla plana. Incluso conseguimos una consola de videojuegos, que rara vez utilizábamos. Para nuestro dormitorio conseguimos un par de ordenadores que en realidad no necesitábamos, además de otra pantalla plana.
Me pareció que dejamos casi vacías las cuentas del banco de la familia Osorio, pero a Emilio pareció no importarle.
Nos volvimos amigos realmente cercanos.
En uno de nuestros tantos días de compras desenfrenadas, Emilio me confesó algunas cosas acerca de su pasado. Descubrí que la familia Osorio tenía dinero de sobra y que sus padres eran demasiado frívolos. Emilio no tuvo ningún problema en confesarme su bisexualidad.
—Lo supe desde que tenía quince años —me dijo mientras veíamos escaparates en Loreto Plaza—. Una noche, mi hermano entró a mi habitación y comenzó a tocarme mientras dormía. Al principio me aterré un poco, pero terminó por gustarme... Qué digo gustarme, ¡me fascinó! Durante varias noches, hicimos el amor sin que nuestros padres lo supieran. Claro que eso duró hasta que el se consiguió una pareja. Luego conocí a Elaine y el resto es historia.
Supe que Emilio y Elaine tuvieron un tórrido romance dos años atrás, así como me contó un par de detalles más sobre su relación con Elaine. Me enteré también de otros romances y aventuras que había tenido con mujeres ebrias que conoció en los bares que frecuentaba. Yo no tenía demasiado que contarle, pero nuestras conversaciones eran siempre muy amenas y agradables.
Los besos inesperados se repitieron en más de una ocasión. Emilio siempre me tomaba por sorpresa. Me besaba y luego me dedicaba un guiño.
No me tomaba demasiado en serio aquellos gestos. Emilio había estado viéndose con una vecina del departamento continuo, así que no tenía motivos para ilusionarme. Hacían una linda pareja, excepto por el hecho de que esa cretina coqueteaba con todos los vecinos que teníamos.
Y aunque a mí me enfadaba eso, Emilio lo tomó como si fuera la cosa más normal del mundo.
—Si no te enamoras, no te dolerá que tu pareja se vea con otras personas —me decía.
Acordamos una tarde, mientras recorríamos Leadbetter Beach, que invitaríamos a nuestros amigos para que conocieran nuestro apartamento. Para que nos divirtiéramos un rato y se quedaran un par de días con nosotras.
Emilio tenía pensado ir junto con Ethan a un club nocturno mientras Camila y Elaine hacían lo que les viniera en gana. No habíamos instalado una línea telefónica en nuestro apartamento, pues ambos conservábamos nuestros móviles. Emilio utilizó el suyo para llamar a nuestros amigos, y yo ordené comida tailandesa para cenar.
Me seguía costando demasiado flexionar mis dedos para presionar las teclas. Tardé un rato en marcar el número del restaurant que se había vuelto nuestro favorito. Vi a Emilio pasearse por el apartamento mientras conversaba con Ethan. Se veía de lo más animado.
Por un momento pensé en cancelar la visita mientras Emilio dormía.
No estaba seguro de querer recibir a nadie más en nuestro apartamento. No cuando las cosas iban tan bien entre Emilio y yo. Nunca había tenido un amigo y Emilio parecía querer llenar ese espacio vacío. Yo no estaba seguro de querer que ese hueco en mi interior se llenara, pero vaya que no quería tener que compartir a Emilio con nadie más.
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El violinista
FanfictionJoaquin Bondoni es un talentoso violinista que pierde la movilidad de sus manos tras un terrible accidente. Un viaje con su mejor amigo, Emilio Osorio, se convierte en su oportunidad de empezar desde cero, en Santa Bárbara, California. Sin embargo...