Poison ; Itachi Uchiha.

11

Chouji cumplió su promesa.

No le contó absolutamente nada de lo que había ocurrido a Shikamaru o Ino y eso hizo que Nori se sintiese un poco más tranquila. Simplemente quería pasar su último año en paz, sin problemas y sin su demonio personal arruinandole la existencia. ¿Era mucho pedir?.

Lanzó un suspiro al salir de la escuela. Esta vez debería volver a su casa sola, Naruto volvió a plantarla y cada vez se sentía más alejada de su hermano mellizo. No entendía el porqué, pero desde que habían comenzado las clases era como si ella no existiera para el rubio y odiaba eso. ¡Ella siempre pensaba en su hermano!.

Se mordió el labio, intentando no ponerse triste. Era normal que ellos se distancien un poco, Naruto tenía un novio y unos amigos que ella no frecuentaba, era normal que ocurriese algo así, pero no dejaba de ser un poco triste.

Negó con su cabeza, intentando no pensar más en eso y comenzó a buscar las llaves de su casa para tenerlas en su mano, siempre hacia eso cuándo volvía sola, le daba un poco más de seguridad. Pero luego de unos segundos se percató que las llaves no estaban dentro de su bolso.

Lanzó una maldición y supo que debía ir a buscar las llaves al trabajo de su padre, eso la llenó de frustración. Sentía que el día había comenzado bien, pero siempre algo malo le tenía que ocurrir, parecía realmente maldita.

Comenzó a caminar con un aura bastante deprimente a su alrededor. Aunque sentía que realmente se lo merecía, como todo lo malo que le ocurría en la vida. Nunca supo exactamente en qué momento de su vida comenzó a sentirse así, pero era un pensamiento demasiado frecuente.

Quizá fue cuando conoció a Sasuke Uchiha. Ella tenía doce años y él se había convertido en el mejor amigo de Naruto, Nori pensó que también se volvería su amigo, pero ese mismo día le había pegado un chicle en su cabello y había señalado que sus pecas parecían horrendas manchas en su piel. Obviamente sin que Naruto se enterase, Naruto nunca se enteraba de nada.

Lo que empezó como simples insultos o burlas se fueron transformando en golpes y humillación, pero Nori nunca decía nada. No sabía porqué, quizá porque creía que Sasuke siempre se saldría con la suya, o porqué realmente se sentía tan poca cosa que en su subconsciente si merecía todo el maltrato.

Estaba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera sabía bien por dónde estaba yendo, solo quería escapar un segundo de todo aquello. Si tan sólo todo terminase para siempre, si tan sólo hubiese muerto esa vez, eso sería bonito.

—¡Cuidado!.-Gritó una potente voz, logrando que su vista se levantase, pero no por mucho, ya que fue tomada del brazo y arrastrada, pero no se cayó al suelo, por lo contrario, sintió un cálido pecho en su espalda y eso la hizo girar.

No era nadie más que el hombre que más se cruzaba últimamente, ese muchacho de cabellos y ojos negros. Tragó con fuerza y un enorme rosado se repartió por sus mejillas al ver que era Shu-san quién la sostenía, pero su sonrojo se transformó en vergüenza al ver que si no fuese por él la hubieran arrollado.