Mi corazón latía más rapido que el de un caballo desbocado.
Mi compañero de piso era el chico de Tinder, no supe cómo reaccionar es decir en mis planes jamás estuvo que alguien que me conociera me encontrará en esa aplicación.
Deje el mensaje en visto, pero algo dentro mio quería responder solo que no sé qué responder exactamente. Lo tomo en mis manos y estoy en el chat de él en donde reposa el screenshot de la foto que él tiene en su perfil de Tinder y allí se enciende mi única neurona.
El me había descubierto en Tinder y yo también lo había descubierto a él, no había razón para sentirme ansiosa por algo que él también estaba haciendo.
Busco compañía, pero desde luego no la tuya.
Le doy a enviar y enseguida veo la dos rayitas azules, así que me estabas esperando, sonrió.
Que lastima, hubiese sido interesante ser quien te acompañe en esa oscura habitación.
Por algún razón luego de leer eso me siento más juguetona y también siento leves palpitaciones en mi zona íntima.
¿Qué harías si te dejará venir a mi cuarto?
Me sonrojo por mi propio mensaje, si mi madre se llega a enterar de lo que escribe su princesa, me encierra para siempre en el sótano.
Déjame mostrarte.
Lo pienso un instante y decido que no puede venir, no todavía. Apenas empezamos a hablar y vernos supondría perder la magia que está surgiendo a través de mensajes.
Le respondo que no, que no dejo a extraños invadir mi territorio.
Me manda un emoji llorando, sonrió al imaginarlo haciendo un puchero.
Espera, ya me lo estoy imaginando.
¡Alto ahí mí ciela! Grita mí subconsciente y estoy de acuerdo con ella. No puedo permitirme imaginar a alguien haciendo pucheros porque eso es un gesto tierno y desde luego no puedo sentir ternura por mí compañero, compañero que por cierto he visto en contandas veces y del cual no distingo ni su color de ojos.
Cobarde.
Me escribe al ver qué no respondí, pero bueno y yo que le respondo a un emoji.
¿Soy cobarde por no permitirle a un extraño entrar a mí habitación?
Le pregunto y tarda en responder. Eso me pone inquieta, no me gusta cuando alguien tarda para responder mis mensajes y menos si está en línea.
No, no por eso.
Y entonces ¿Por qué?.
Siento que la conversación ha tomado un giro y que de a poco disminuye el jugueteó, eso no me gusta porque no me gusta hablar de manera sería con casi nadie.
En las conversaciones serías salen a flote aquellas cosas que nos gustaría que nadie supiera nunca.
Por encerrarte en una habitación a tratar de no romper las costumbres que te han inculcando, cuando bien sabes que te gustaría romper hasta el himen que mantienes intacto en contra de tus deseos.
Me siento avergonzada, he estado tratando de interpretar un personaje relajado y libre que en verdad no soy, y del cual él se ha dado cuenta porque es muy obvio el encierro al que me he dejado arrastrar y no hablo del que han inducido por el virus no, hablo de este que ya estaba, de este que según yo me cuida de no caer, de no fallarle a los sueños de mí madre y abuela.
Ellas quieren verme vestida de blanco camino al altar con el velo puesto adelante como signo de mí pureza y yo no quiero decepcionarlos pero se que si salgo lo voy a hacer porque conozco mis instintos, mis deseos y las ganas tremendas que tengo de no ser más la niña perfecta y ejemplar.
Estoy bien como estoy
Lo escribo más para mí que para mí compañero de piso.
No me responde, ha visto el mensaje pero no me respondió lo que quiere decir que oficialmente me ha dejado en visto.
¡Pero que cabronazo!
Repito en mis adentros.
Me topo con mí reflejo al mirar el espejo y la sensación de que he echado mí adolencencia a perder se cierne sobre mí.
Soy bonita lo sé y no me da pena admitirlo porque uno es lo que es y reconocerte a ti mismo quien eres, lo que tienes y lo que vale son la base de una buena autoestima.
Acarició mí cabello negro que cae hasta mis hombros, veo mis pechos y para mí son perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños. Mi piel blanca más no pálida y mis labios corazón me comprueban lo que ya se.
Además de bonita soy ardiente, pero soy cobarde y estoy dejando que la vida pase por mi en lugar de pasar yo por la vida.
Haberme criado en un hogar cristiano y estricto en donde todos siguen las costumbres y los principios inculcados ha hecho que mis deseos y sueños se vean aplastado bajo la alfombra.
Siempre desee ir de fiesta los fines de semana como cualquier adolescentes, sin embargo me la pasaba de la iglesia a las casas de mis tías las locas.
Pensé que al dejar la casa de mis padres la cosa iba a cambiar, pero estaba tan acostumbrada a mi jaula que incluso teniendo la puerta abierta me mantuve dentro.
Tres toques en mi puerta me sacaron del estado melancólico en el que estaba a punto de caer.
Imagine de quien se trataba porque nadie toca mi puerta casi nunca. Me sentí nerviosa y ansiosa a la vez.
¿Debía abrirle y dejar que destruyera mi caparazón de niña perfecta, o debía seguir en mi burbuja?
Es probable que el mundo se acabe y yo no quiero irme insatisfechas y con anhelos frustrados.
Quiero vivir.
Abrí la puerta, deje que el cazador entrará a la jaula del ave abatida.
¿Me iba a cazar, o quitaría los candados puesto por mi misma?.
—Tienes lindos ojos angelito—su voz fue como un trueno que me hizo estremecer y querer esconderme, dictaba peligro—¿Puedo pasar?—me eché a un lado y le deje entrar, solo espero no arrepentirme luego.
Me fijé en él sin ninguna vergüenza.
Tenía la piel bronceada, era alto, desprendía un aura enigmática y sus ojos eran la más bellas de la tormentas que nunca antes vi.
Eran gris y poseían un toque eléctrico y tentador.
—Nunca había visto tus ojos, son lindos—èl ya se había sentado en mi cama, sin pedirme siquiera permiso.
—lindos mis ojos, hermoso yo, fantástica mi lengua, divinos mis dedos e increíble mi "amigo", dime ¿cuál quieres probar primero?.
Me quedé pasmada ante sus palabras.
Realmente el iba enserio y yo empezaba a dudar, no habíamos dictaminado nada pero tampoco había sido necesario.
—Respondeme que el tiempo no vuelve, y no quiere hacerme viejo sin haberte poseído—era claro que sabía manipular por suerte yo no necesitaba ser manipulada porque ya estaba dispuesta.
—¿Qué me sugieres?
Y así fue como realmente empezó mi historia con Gabriel D'angelo. Alguien a quien recordaría para toda mi vida incluso cuando fue esfimero como el verano y devastador como un huracán...
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Cuarentena De Perversión ||COMPLETA||
RomanceBASADA EN HECHOS REALES. "El angelito quiere compañía" Aquel mensaje fue suficiente para desatar a lo que Angélica recordaría como una cuarentena llena de perversiones encantadoras y peligrosas. Ella nunca imagino que crearse un perfil de tinder po...