—Si mamá estoy bien—repito por décima vez, pero la señora Clarice no deja de preguntar lo mismo.
Tienes todo lo necesario para no salir ¿Verdad, o debo llevarte algo?
—No me hace falta nada, estoy bien—hago un intento por poner los ojos en blanco pero al parecer no lo conseguí porque Gabriel está aguantandose la risa.
—Ok, saluda a papá—cuelga y largo un suspiro.
Por fin.
—Si mamá estoy bien—D'Angelo me imita.
—Yo no hablo así—me quejo y le tiró una almohada en la cara.
Si Gabriel está en mí habitación, luego de lo que pasó en el lavado entendí que no debía esperar más de lo que sabíamos que teníamos. Anne se había ido a visitar a sus padres y gracias a esto Gabriel estaba ahora conmigo.
No me siento bien al tener al chico que me gusta, solo cuando su novia no está.
Es humillante.
—¿Qué pasa?—Me había quedado inmersa en mis pensamientos.
—Nada—niego rápidamente—pensaba en mis padres—miento.
Él no parece convencido pero asiente.
—Puedo hacer que pienses en mí—se va de a poco subiendo encima de mí, y veo su intención dibujada en todo su rostro.
—¿Así?—le sigo el juego.
—Si angelito—toma mí blusa entre los dientes para dejar libre mí ombligo y posteriormente pasear su lengua por el mismo, despertándome sensaciones que al igual que muchas desconocía.
Empiezo a calentarme a menudo que sus caricias avanzan. Pero entonces mí teléfono rompe la magia.
—No responda—me ordena, pero me niego a seguir órdenes así que le echo un vistazo al teléfono solo para ver quién llamá.
Nicolás.
Aparto a Gabriel de inmediato y abro el teléfono.
D'Angelo me ve como si acabara de matar a alguien y puede que tenga razón
Mate el calentón que traíamos.
—¿Estás aquí?—no es su voz lo que me lo confirma sino el timbre que hace eco por todo el departamento.
Joder, y yo en estás fachas.
—Tengo visita, te veo luego—le digo a Gabriel una vez cortada la llamada.
—Me quedo aquí—me responde a la vez que se acomoda en la cama, no puedo hacer nada más que mirarlo.
Que haga lo que venga en ganas.
Salgo de la habitación y me apresuró a llegar a la puerta, me aliso la ropa y paso mis manos por el cabello antes de abrir.
—Hola—saludo más entusiasmada de lo que esperaba.
Nicolás está obviamente de pie y trae puesta una chaqueta de cuero al estilo badboy, jeans oscuros, mascarilla y su cabello castaño revuelto, si definitivamente así lucen los badboy, al menos los de los libros que aveces leo.
—¿Puedo entrar, o debo quitarme la ropa antes?—lo miró sin comprender—Desde que llegó el virus mí hermana me obliga a desvestirme antes de entrar a casa—me explica.
La idea de tenerlo desnudo no me desagrada, sin embargo no me causa el mismo efecto que imaginar a D'Angelo, ya no más.
Realmente he cambiado.
—Puedes entrar con la ropa puesta—le hago saber.
—Yo no tendría problema en quitarmela—me contradice, llevábamos tres años en la misma clase y nunca había notado lo suelto que es.
—Pero yo si tendría problema—La voz de Gabriel se hace oir, imponente, altanera y con esa egolatría que note la primera vez que fue a mí habitación.
Nicolás entra a la casa y yo me dedico a cerrar la puerta sin muchas ganas de vivir la típica y vergonzosa escena en la que dos personas se debaten por ti.
—Nicolás, Gabriel mí compañero de piso, Gabriel este es Nicolás mí compañero de clases—Nicolás le extiende la mano.
—No me gustan los gérmenes—D'Angelo no toma su mano, un acto que me pareció bastante grosero.
—Se refiere al virus—se que las palabras de mí querido chico Tinder pueden ser malinterpretadas así que no está de más la aclaración.
—Bueno no importa, no vine a verlo a él vine a verte a ti—no lo niego, me siento halagada.
—Vayamos a mí habitación—ambos me miran de manera exagerada—para hablar del trabajo—D'Angelo me frunce el ceño, como diciéndome que no es necesario ir a mí habitación para hablar y lo sé, pero ya lo dije.
—¿Vas a dejarme solo, angelito?—me estaba provocando y me gustaba que lo hiciera
—Lo lamento vecino, pero hay que darle prioridad a las visitas—tomo a Nicolás del brazo y tal como hice hace tres noches con Carl, lo conduzco a mí habitación.
Siento esa mirada gris quemar mí espalda y, aunque sé que no debería hacerme ideas, me permito creer que está celoso.
Al llegar a la habitación, suelto a Nicolás como si quemará.
—¿Es tu novio?
—No, es—me quedo a medias, ¿Qué demonios somos?.
—Comprendo, te llevo años y experiencia, estás en la etapa en que no sabe cómo etiquetar lo que tienen—asiento.
—Deja que te diga algo Angélica—coloca sus manos en las mías, y no me siento cómoda, no son las manos que quiero que me sostengan—Se que llevo años gustandote—oh mierda.
Dignidad pérdida de manera automática.
—En mí defensa—trato de conservar algo de lo que obviamente ya no tengo—La raza humana está destinada a sentirse atraída hacia su misma especie, especialmente cuando se trata de un hombre y una mujer—siempre que me ponía nerviosa, o en una situación vergonzosa trataba de dar explicaciones largas que al final también resultaban en bochornos.
—No hay problema en que yo te guste, y tampoco en que tú me gustes—oh shit.
—¿Te gustó?—que tu crush de hace tres años venga y te diga que le gusta es el sueño de la mayoría de la población y también fue el mio, se que estaría saltando de alegría pero está un llamado Gabriel D'Angelo y son tantas las emociones que el me provoca con actos y palabras simples, que está confesión no me sabe a nada.
—¿A quién no ibas a gustarle?—la pregunta no viene de dónde esperaba—traje galletas—Gabriel se sienta al lado de Nicolás y coloca una bandeja en medio de ambos—Hagamos el trabajo.
Esto iba para largo.
Solo les diré que definitivamente yo iba a recordar aquella noche como la primera vez que...
Querid@ lector te envío besos y bendiciones a dónde quiera que estés, te agradezco que compartas este viaje conmigo y que me brinde tanta felicidad cuando votas, comentas y obvio, cuando lees lo que está cabecita loca escribe, prometo actualizar pronto y prometo dar lo mejor.
Hasta luego, se cuidadoso y nunca olvides que aquí en una hermosa Isla hay una chica que te quiere.
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Cuarentena De Perversión ||COMPLETA||
RomanceBASADA EN HECHOS REALES. "El angelito quiere compañía" Aquel mensaje fue suficiente para desatar a lo que Angélica recordaría como una cuarentena llena de perversiones encantadoras y peligrosas. Ella nunca imagino que crearse un perfil de tinder po...