Sentí leves caricias en mí pelo, caricias muy familiar. No quería abrir los ojos por miedo a que fuera solo un sueño, pero al mismo tiempo quería abrirlos.
—¿Sabías que cuando estás debatiendo frunces el ceño?—su voz, tan cálida, tan cercana y única—Abre los ojos que estoy aquí angelito—la emoción no cabía en mí pecho, aún con los ojos cerrados me toque el brazo solo para comprobar si era real—No estás soñando Angélica, aunque bien yo podría ser el sueño de cualquiera—sonreí, claro que era real, es mí chico Tinder.
Al abrir los ojos me encontré frente a los suyos, mis ojos tormentas, esos que están llenos de intensidad y enigmas, esos que me enamoraron en aquella foto, los mismo que me hacen perder la cordura y los que me tienen enamorada hasta los huesos.
—He ansiado tanto este momento—le confesé antes de echarme a sus brazos.
—Lo sé, soy difícil de olvidar—golpee su pecho de manera cariñosa.
—No seas ególatra D'Angelo—un brillo distinto surgió en su mirada al escucharme pronunciar su apellido —¿Qué pasa?—llevo su pulgar a mis labios.
—Acabo de darme cuenta de que prácticamente eres mí esposa—me fijé en el hilo rojo de su dedo— Angélica Marie D'Angelo, suena tan hermoso.
—Con, o sin apellido, soy tuya, desde el momento en que entraste en mí habitación y me quitaste el aire, porque aunque nunca te lo he dicho la verdad es que eres hermoso Gabriel D'Angelo—me beso y justo en ese momento sentí que seguía viva.
Fue un beso dulce no como esos que solíamos darnos, su mano acariciando mí rostro, su cuerpo recibiendo calor del mío y viceversa, su pelo más largo de lo habitual rozando mí frente, me hicieron saber que existe el beso perfecto sin necesidad de que sea bajo la lluvia, en un globo terráqueo, en barco, o en un lugar especial el beso perfecto existe cuando el acto es más que un junte de saliva, es un intercambio de alma.
—¿Qué tal si tú comandas hoy?—susurro cerca a mis labios.
—Acabas de salir del hospital, necesitas descanso no sexo—me hizo un puchero.
—Hasta el culo se me ha gastado de tanto tiempo que llevo acostado—me hizo reir—Vamos Angi tú arriba, suavecito—me mordió el labio inferior—con delicadeza, con cariño—me paso la lengua por lo mismo—será despacito—su mano viajo a mis senos—No tendremos sexo, tú me harás el amor—la verdad es que me calenté desde que me lo propuso, pero en cuanto siguió hablando me prendió por completo.
—¿Suavecito?—pregunte y asintió.
Volví a unir nuestros labios, despacito le quite la camiseta, anduve por su torso desnudo con mí boca, le mordí el lóbulo y luego la boca, me solté el mono dejando expuesto mis senos. No llevaba sostén porque en el fondo sabía que no me aguantaría las ganas de ser suya y de que fuera mío.
Cuando ya no hubo ropa que evitará el contacto de nuestra piel, lleve mí vista a su miembro erecto, le hice una felación pero no le dejé que se viniera, cuando estuvo duro hasta el tope coloque mis rodillas a ambos lados de su cadera, tomé su miembro en mi mano y fui bajando de a poco.
Dolía pero me gustaba.
—Con cuidado Angi—me gustaba tanto como ese nuevo apodo.
Llevo sus manos a mi caderas una vez estuvo dentro mío, empecé a moverme y en cada momento con sus ojos en los míos, en ocasiones él con su boca en mis pechos y yo con la mía en cada parte de su cuerpo.
Desnudos y al compás del sexo con amor, estallamos en placer derivado de deseo y Anhelo. En su pecho calme los latidos desenfrenados de mí corazón.
—Ti amo
—Y yo te amo a ti—Hablamos de todo, nos dijimos tantas cosas y planeamos otras tantas, entre ellas nuestra boda, los hijos que queríamos, el quería cuatro y yo tres, el quería pequeñas yo y yo pequeños de los dos. Discutimos como siempre hasta que concordamos en que eso no es una decisión nuestra, el tiempo paso muy rápido y cuando quisimos venir a ver ya era de noche. Luego de bañarnos salimos para encontrarnos con el resto, pero vaya sorpresa al verlos.
—Anne juraría que hace rato te deje peinada—la pelirroja estaba desaliñada y con los labios rojos.
—El viento—respondio ella y yo al igual que Lenny oculte una risita.
—Vaya ahora el viento atraviesa paredes—comento tan sarcástico como siempre el amor de mí vida.
—Ella no es la única despeinada—aseguró Carl con malicia.
Me sonroje un poco para que después todos estallaramos en risas por algo que era evidente.
—Esta lloviendo—dijo Lenny.
—La lluvia me excita—agregó Carl.
—Tu siempre andas en celos—Le recordó Gabriel, ellos entablaron una disputa entre ellos cuatro y confieso me sentí un poco excluida, pero luego buscamos sábanas y nos pusimos a ver el padrino, y nadie hablo porque estábamos todos inmersos en la película. Así sucedió por un buen rato.
Narra Gabriel.
Sentía mucho frío, y un calambre en el pecho al cual no sé cómo describir. No quería respirar hondo porque esto alertaria a Angélica quien estaba cercana a mí, sin embargo la falta de aire incremento de un segundo a otro. Lágrimas se juntaron en mis ojos y no tuve fuerzas para retenerlas, empecé a respirar muy rápido y forzado y lo único que era capaz de hacer era de mirar sus rostros.
Lenny con la boca llena de palomitas, Anne inmersa en la pantalla mientras que Carl la miraba de ves en cuando. Carles no paraba de mirar a la pelirroja, la veía más a ella que a la pantalla, y ella, tan pulcra y bella que me pareció irreal.
Mí vista se nublo y sentí que perdía la movilidad de mí cuerpo, era como estar muriendo por partes, trate de levantar mí mano para tocarla pero ni siquiera pude mover un dedo.
Las luces estaban apagadas por lo que la única iluminación era la pantalla, en un momento dado Carl miro en mí dirección y supongo que la pequeña tenues de luz que la pantalla mostraba sobre mí fue lo que le hizo ver mí estado.
Se que empezó a llamarme y que yo no respondí, se que luego todos pusieron su atención fija en mí persona, que prendieron las luces y que se dieron cuenta de lo que pasaba.
Me estaba yendo, lo estaba dejando, la estaba dejando a ella.
Llantos, ruidos, y luz.
La vida se me fue como un relámpago, tan rápido que solo la senti cuando ya era demasiado tarde.
Se me fue la vida como a esos miles que fueron víctimas del virus, como aquellos que al igual que yo padecieron alguna enfermedad, como a esos inconcientes que al igual que yo se creyeron inmortales y salieron a desafiar el peligro y es allí cuando casi que me encuentro con la muerte, pero esta es tan hija de puta que me hizo creer que lo había logrado, o tal vez lo hice vencí al covid-19, pero no al EPOC, este solo ganó fuerza ante al daño que me causo el virus, baje la guardia un instante y jamás volví a subirla.
Muerte súbita.
Inesperado, doloroso, real.
Feliz e increíblemente bendecido por ella, nunca antes creí tanto en Dios pero en el momento en el que su rostro vino a mí supe que había estado viviendo en el cielo, ella había sido la redención de mí alma y el encuentro de la misma.
Yo, su perversión de cuarentena, creímos haberlo conseguido pero olvidamos que las cuarentenas son temporales. Lo único que me brindo consuelo era el hecho de saber que ya no era un angelito enjaulado ahora era un ángel libre y yo había sido parte de su crecimiento, sin duda ese era el mejor regalo de la vida para mi, ella y mis padre.
mis padres, no me dio tiempo a pensar en ellos.
Vive ahora, el después es una probabilidad y puede que no te pertenezca.
Att: GABRIELE D'ANGELO.
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Cuarentena De Perversión ||COMPLETA||
RomanceBASADA EN HECHOS REALES. "El angelito quiere compañía" Aquel mensaje fue suficiente para desatar a lo que Angélica recordaría como una cuarentena llena de perversiones encantadoras y peligrosas. Ella nunca imagino que crearse un perfil de tinder po...