-¿Qué me sugieres?-la pregunta sale de mi boca antes de que yo misma pueda ser consciente.
Observó cómo escanea mi cuerpo sin ningún pudor y gracias al cielo que no lo tiene porque me calienta su desfachatez.
-Dime tú ¿Con que te gustaría empezar?-se levanta de mi cama y con pasos de tortuga se va acercando a mi, como si me estuviera dando tiempo para retractarme.
¿Quiero echarme para atrás, o mejor debería hacerlo?.
-Ya que te has quedado muda podemos empezar por la lengua-avanza hasta quedar a casi nada de dónde estoy.
-No me quedé muda-enarca una ceja-estaba pensando.
-El mundo puede acabarse en lo que tú te dedicas a pensar en lugar de aprovechar este caramelo que está frente a ti-hay un brillo en sus ojos que le dan un toque perturbador y encantador a la vez.
-Hablas de ti como si tú fueras la última Coca-Cola del desierto-pone los ojos en blanco como si acabo de hacerle un chiste sin gracia.
-No soy mucho de desierto-rompe la poca distancia que había y antes de continuar toma un mechón de mí pelo en su mano, no lo hace con delicadeza sino más bien como si quisiera tirar de el con toda su fuerza-me gusta más la idea de pasear mí lengua en tus aguas-me caliento de manera instantánea. Tenerle cerca mientras su colonia varonil penetra mis fosas nasales es tentador.
-¿En qué parte de mi cuerpo usarias tú lengua?-el me hace comportarme de manera indecente y apenas estamos empezando a compartir.
-Tienes claro que sí empezó no me detendré ¿Verdad?-ignora mi pregunta y la realidad me golpea como una bofetada a palma abierta.
Soy una virgen jugando un juego de zorras.
-Voy a destruir al ángel que crees que eres-me dice aquello mirándome con sus intensos ojos grises, el rostro alegre de mi madre me invade para atormentarme y por si no fuera suficiente la abuela y sus consejos se les unen.
"Angélica la pureza va más allá de si dejas o no dejas entrar el polen a la florecita, se trata de ti y de los cambios emocionales y psicológicos que un acto tan pequeño puede causarte".
Me recriminó a mi misma y de momento ya no me siento tan segura.
Arruinaría el sueño de mi madre, de verme vestida de blanco con mi velo al frente y además este chico pese a ser mi compañero de piso es un completo desconocido y a juzgar por la manera en la que actúa deduzco que todo le vale verga.
-Dejemolo para otro día-D'Angelo me mira sin expresión, pero la verdad es que sospecho que lo veía venir.
Camino hasta la puerta, pero antes de abrirla siento como mi cuerpo impacta contra la misma y el cuerpo de Gabriel D'Angelo se cierne al mío junto con su respiración en mi clavícula.
-¿Qué demonios crees que haces?-me molesto al verme tratada de tal forma, pero mi cuerpo no se molesta tanto.
Él no responde.
Olfatea mi pelo, y roza su nariz en mi oreja haciendo que la piel se me ponga de gallina.
-Un matrimonio sano y religioso es lo que cree que necesitas, pero lo que en verdad quieres y necesitas es a alguien que te folle hasta que no puedas mover las piernas, necesitas a alguien que acabe con la idea de la Santa y puritana Angélica, y adivina qué-su voz se ve ensombrecida por la lujuria que le despierta su propio acto.
-Yo estaría encantado de ser ese alguien-besa mi hombro desnudó, muerde levemente mi cuello mientras sus caderas me rozan en un vaivén excitante.
-¿Qué te hace pensar que soy una santa puritana?-la punta de su lengua juguetea con mi oído y un gemido apenas audible se me escapa.
La abuela y mi madre han abandonado mi mente.
Este chico me descontrola de una forma que me inquieta.
-Es tan obvio que pareciera llevarlo escrito en la frente, basta con escuchar como te tocas mientras colocas a the weekend en tu reproductor-vuelve a morder mi cuello y empiezo a sentir cosas que desconocía.
-¿Me has espiado?-la idea de yo tocándome mientras el me escucha al otro lado de la puerta y the weekend sonando a todo volumen en mis audífonos, ha sido suficiente para ponerme cachonda.
—Digamos que no soy ajeno—en un movimiento repentino me gira hacia el y termino enfrentando la intensidad ensombrecida con la que me mira.
—¿Qué?—me inquieta su silencio.
Su pulgar va a mis labios y casi de manera inconsciente los entreabro.
—Yo no voy a ser el chico que te de rosas y se comporte correctamente, tampoco seré el que se enamora de ti y cambia su forma de vida—eso es algo que tengo claro y no entiendo el porqué él se molesta en aclararlo.
—¿Quién vas a ser entonces?—deja un beso en mi mejilla.
—El que te haga venir una y otra vez, el que va a enseñarte lo divino del placer, puedo ser el que te saque de la jaula pajarito, pero nunca el que entre contigo en ella—comprendo lo que intenta decirme.
En pocas palabras.
No te enamores de mi porque yo no es eso lo que busco.
—Yo no quiero que me ames, por ahora solo quiero que me toques—una sonrisa ladina decora sus labios, labios que presiona contra los míos en un beso salvaje que involucra lengua sin frenos.
La temperatura ha subido de nivel y siento como el temblor en mi entrepierna aumenta con cada mordida, con cada rocé.
Gabriel pasea sus manos por mi cuerpo hasta depositarla en mi trasero, el cual apretá sin compasión.
Finalizamos el beso porque como humanos necesitamos oxígeno.
Su frente se apoya en la mía, mientras yo intento normalizar mi respiración.
—No soy un caballero y no te trataré como a una dama—lo que debería hacer es echarme para atrás y olvidarme de este disparate, pero lo que quiero hacer es dejar que el me pervierta.
—Nunca ha sido mi intención ser una dama—no le doy tiempo a responder y lo atraigo hacia mi para estampar mis labios con los suyos.
Esta vez no se contiene.
Me eleva hasta hacerme rodear sus caderas con mis piernas, mi espalda queda pegada a la puerta y mis brazos rodean su cuello, ahora su boca realiza un camino de leves mordidas y chupetones por mi cuello y clavícula, y yo sin querer quedarme atrás paso la mía por su oído.
—tocame— susurró casi con desesperación.
—No hay prisa angelito, voy a...
—¡Angèlica cariño estás ahí!
Joder.
Ese es el momento en el que recuerdo que es miércoles y que mi madre y mi prima vienen a visitarme.
—La suegra deberían llamarse mata pasiones.
Conociendo a mi madre, estoy en un lío a menos que...
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Cuarentena De Perversión ||COMPLETA||
RomanceBASADA EN HECHOS REALES. "El angelito quiere compañía" Aquel mensaje fue suficiente para desatar a lo que Angélica recordaría como una cuarentena llena de perversiones encantadoras y peligrosas. Ella nunca imagino que crearse un perfil de tinder po...