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La pequeña azabache corría de un lugar a otro en esa pequeña habitación, el tiempo estaba en su contra y no ayudaba en nada los gritos del pelinegro que se escuchaba desde abajo. Se detuvo enfrente del gran espejo y se observo por última vez, analizando que su vestido, zapatillas, cabello y maquillaje estuvieran perfectamente en orden. Sonrió y por último coloco un poco más del labial corinto.

Tomo su cartera y salió de la habitación, desde la primera escalera pudo observar al azabache con una sonrisa. Difinitivamente la camisa color celeste remangada en ambos brazos, dejando a la visto esos tatuajes que el azabache poseía, esos pantalones negros formales le resultaban muy bien, y su cabello sumamente despeinado. Lo hacían ver jodidamente sexi.

Trago seco.

Bajo a paso lento, y ya estando al lado del azabache le regaló una de sus más sinceras sonrisas. Cómo era de esperarse el pelinegro chasqueo la lengua, Mikasa soltó una risilla caminando hacia la salida de su hogar y saliendo, seguida del azabache. Ambos ya en el auto emprendieron camino a lo que sería, su primera cita.

Las gotas de lluvia golpeaban el ventanal con fuerza, Mikasa giro su vista hacia afuera y suspiro al ver la gran tormenta que azotaba la cuidad de Shiganshina. Mentía al decir que era lo que había planeado, la cena se llevaría a cabo en un gran jardín decorado con flores de Cereso, pero por el cambió de clima tan inesperado ahora sería adentro del hermoso restaurante.

No le molestaba en lo absoluto, es solo que quiera que ese día fuera algo especial. Algo de ellos dos.

Al llegar al hermoso restaurante ambos bajaron, Mikasa apretó la mano del azabache al sentir el frío golpear su cuerpo, Levi soltó una risilla mientras le regalaba una sincera sonrisas.

Ambos ya sentados en esa pequeña y elegante mesa para dos, ordenaron lo que comerían al cabo de segundos la comida llegó, comenzando una tranquila cena. Para dos.

—¿Levi?—la dulce voz de la azabache, ocasionó que el pelinegro levantara la mirada.

—¿Si?.

—¿Cuando volveremos a la cuidad subterránea?, Digo...llevamos años sin ir, extraño mucho a Farlan he Isabella. Aún no entiendo porque no nos acompañaron ese día.

El azabache se tenso al escucharla, si bien sabía el que nunca le comento el porque el castaño nunca los acompaño, y que el ahora era el causante de su propio peligro, tampoco sabía el hecho de que la pelirroja había muerto. El siempre le dijo a ella, que nunca los quisieron acompañar, por el hecho de que ese era su hogar, y cuando la niña le pregunto porque la pelirroja hacia tirada en el piso el siempre evadió el tema.

No le quería causar otro sufrimiento, ella se había en cariñado mucho con los dos jóvenes y ahora saber el porqué ellos nunca los siguieron, eso sería devastador para ella y aparte que el contrarle ese hecho, traía como consecuencia una mentira y el tener que contrarle ese pasado del cual el siempre escapaba. Simplemente no quería eso.

Por miedo.

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Ambos azabaches caminaba por las iluminadas calles de Shiganshina, contemplaban cada lugar con sus manos entrelazadas, la pequeña Mikasa sonría al ver todas esas tiendas de dulce. Dulces que pocas veces el azabache la hacia comer.

Porque ha pensar de tener diecisiete años, ella todavía se comportaba como una pequeña mocosa de cinco, y aunque no lo quisiera aceptar le gustaba.

La lluvia había cesado desde que salieron del hermoso restaurante, el azabache llevaba en mente la hermosa sonrisa de su novia al ver el pastel de chocolate, tal vez a el nunca le gustaron las cosas dulces pero le encantaba verla comer a ella, y simplemente poder apreciar esa hermosa sonrisa que ella poseía.

¿Tu Me Amas? (Levi y Mikasa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora