Epílogo🍒

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Un año después.

El beso se hacía cada ves más intenso, los sonoros gemidos de la azabache era lo único que se escuchaba en esa habitación. Sus cuerpos temblaban ante el tacto de ambos, el azabache suspiraba en cada beso que le daba a la pequeña.

Sus cuerpos pedían más y más.

¿Quien iniciaría?.

Esto casi siempre sucedía desde que se casaron, ambos eran testarudos y nunca cedían a la primera. Y aunque podía sonar loco, eso les gustaba, por ejemplo al azabache le gustaba hacer sufrir a su esposa y ella a él. Era un juego donde ninguno quería perder.

—Tch, mocosa deja de aruñarme la espalda—se quejo el azabache entre gemidos.

Ella solo río.

—Sabes que eso me gusta—susurro sobre su oído.

El azabache sonrió con malicia mientras se despojaba de las pocas prendas que llevaba, sin pensarlo y sin previo avisó comenzó a penetrarla, de una manera que solo ellos sabían. Mikasa gemía y gritaba su nombre a cada estancada. Esto era la mejor sensación para ambos.

Luego de una batalla entre ambos, llegaron al dichoso clímax caendo rendidos en la comida cama, Mikasa sonrió acomodándose en los brazos del azabache, que al instante la abrazo envolviendola en la tibia sábana.

—Adoro esto—confeso el mayor.

—¿Que?.

—Esto—sonrio—Venir del trabajo, vientote hacer la cena, y terminar con una linda noche.

—A mi también me gusta—confeso con una sonrisa.

Y entre mimos y abrazos ambos quedaron dormidos en los brazos de ambos.

Así era cada noche para la familia Akerman.


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—¡Mocosa apúrate, se nos hará tarde!—le grito desde las escaleras.

—Ya voy—respondio—Además, Hanjí nunca llega temprano.

—Si lo sé, pero si llegas tarde tendré que escucharla toda la maldita tarde—el azabache rodó los ojos.

—Si, es mejor que llegue yo primero—y soltó una carcajada.

Desayunaron de la manera más tranquila posible, mientras conversaban de cosas sin sentido.

Al terminar la pequeña chica recogió los platos y lo lavo rápidamente, antes de salir se colocó su gabardina negra y amarro las sintas de sus conversé. Acomodo su cabello y salió de su hogar, entrando al auto y prendiendo camino hacia su destino.

No tardaron mucho en llegar a la plaza de Shiganshina, dónde se encontraría con la castaña. Antes de salir se despidió del azabache regaladole un beso.

—Te veo más tarde.

—Si, tienes mucho cuidado con esa loca—la azabache sonrió.

—Tramquilo.

Le dedicó otra beso y salió, pero al momento de salir de auto un mareo se hizo presente, ocasionando que se agarra muy fuerte de la puerta. Suspiro.

¿Tu Me Amas? (Levi y Mikasa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora