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—Pesan demasiado —protesté con la voz estrangulada, intentando mantener la estabilidad

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—Pesan demasiado —protesté con la voz estrangulada, intentando mantener la estabilidad.

—Es mi turno. —Colson soltó un exagerado quejido y deslizó su pie derecho hacia el círculo rojo que había a mi lado. Su movimiento hizo que Skylar perdiera el equilibrio y cayera al suelo, arrastrándonos a todos con ella. El codo de Sean me golpeó en el abdomen, y este dejó escapar un gemido cuando mi hermana se derrumbó sobre él.

—Creo que me he quebrado algo —gruñó, cerrando los ojos con fuerza.

Todos estallamos en risas y permanecimos quietos durante unos segundos, recuperándonos de los golpes que acabábamos de recibir. El único movimiento que nuestros cuerpos realizaban era el inflar y desinflar el pecho, respirando con desesperación para recobrar el aliento que nuestras carcajadas gastaban. Hice fuerza con mi brazo izquierdo para liberarlo del cuerpo de Colson, quien había caído sobre mí, y me arrastré lejos de allí, arañando el suelo con los dedos, tal como lo haría un soldado agonizante en plena guerra.

Era viernes por la tarde y nos encontrábamos despatarrados en la lujosa sala de estar de Sean. Aquel día decidimos suspender nuestra usual visita a la casa abandonada porque llovía, además del hecho de que Colson había tenido un cambio de horarios en su trabajo; así que en cambio nos dirigimos a la casa de su amigo y pasamos la tarde tonteando y jugando al Twister.

Ahora, la mayor parte de mis extremidades dolían y estaban entumecidas por las incómodas posiciones en las que había tenido que ubicarme. Suspiré, poniéndome de pie.

—Suficiente juego por hoy —decreté —. Muero de hambre.

Sean se quitó a mi hermana de encima y asintió, de acuerdo conmigo.

—¿Cuándo dejarás de usar el hambre como excusa? —protestó Sky, mirándome divertida desde su lugar en el suelo. Sonreí y me encogí de hombros—. ¿A qué hora comienza tu turno en el Rocky Coffee? —preguntó ella, picando a Colson en el abdomen con insistencia.

Él rió por las cosquillas y sujetó las manos de mi hermana para evitar que siguiera molestándolo, mientras estiraba el cuello para ver el reloj que colgaba en la pared. Cuando se percató de la hora que era, perdió la sonrisa, se puso inmediatamente de pie y maldijo por lo bajo.

—Ahora —respondió corriendo desesperadamente por la habitación para buscar sus tenis.

Sean soltó una risita y negó con la cabeza, sin sorprenderse por el retraso de su amigo. Se agachó para calzarse los zapatos.

—Vamos, yo conduzco —dijo, tomando las llaves del coche y señalando la puerta con la barbilla.

Luego de colocarme mis gastadas zapatillas me apresuré para alcanzarlo. Skylar permaneció acostada en el suelo esperando que Colson terminara de calzarse. Él se acercó a mi hermana y le ofreció la mano para ayudarla a ponerse de pie. Sky soltó un perezoso ruidito cuando Colson la obligó a pararse.

Shut UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora