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¿Existía alguna palabra más imponente y desesperada que el mismísimo término de "desesperación"?

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¿Existía alguna palabra más imponente y desesperada que el mismísimo término de "desesperación"?

¿Martirio? ¿Agonía? ¿Exasperación?

¿Qué era más fuerte que eso?

Mientras utilizaba la cafetera del Rocky Coffee, no podía dejar de buscar una palabra adecuada para describir la forma en la que me sentía. Siempre había sido bastante bueno entendiéndome a mí mismo, me conocía y sabía cómo controlarme, cómo mantener la cabeza fría. Pero luego de la discusión que tuve con Skylar, perdí el mando. Mi corazón hizo un golpe de estado, destituyó a mi cerebro de su puesto habitual, y ahora había anarquía en mi interior. Las emociones corrían desordenada y desenfrenadamente por todos lados, vandalizando cada una de mis decisiones, cuestionando mis pensamientos...

Volviéndome completamente loco.

Después de aquella noche de viernes, no me atreví a salir de mi departamento durante un día completo. Usualmente caminaba por las paredes si tenía que pasar más de dos horas dentro de él. Pero en esa ocasión no fue así. Desperdicié un sábado entero tirado en la cama sin siquiera titubear, consiguiendo que mi triste, frío y pequeño departamento se volviera aún más triste, frío y pequeño. Durante toda la tarde no había sido capaz de hacer nada más que suspirar y cambiar las páginas del libro que Skylar me había regalado, deslizando la mirada sobre las palabras pero sin leerlas realmente. Sin importar cuánto intentara distraerme, lo único que mis ojos veían impreso en el papel era la frase que ella había gritado, la misma que mi madre me dedicó unas cuantas noches atrás, cuando describió el deseo de conocer a mi padre como un «estúpido trauma de la infancia».

Oír esas palabras saliendo de la boca de Skylar me destrozó. Dolió tanto como recibir un puñal en la espalda. Había esperado esa clase de comentario de mi madre, pero ¿de ella? Sabía que era una chica explosiva. No era ningún secreto que cuando las cosas se le iban de las manos solía estallar como una bomba, esparciendo metralla por todo su alrededor. Y no debería darle tantas vueltas al asunto. Estaba en su naturaleza. Así era ella.

Sin embargo, cuando Skylar repitió el discurso de mi madre no tuve tiempo para detenerme a reflexionar que no lo hacía con la misma intención. Porque últimamente no pensaba con claridad. Porque últimamente todo lo que obtenía eran decepciones. Porque empezaba a cansarme.

Y porque comenzaba a creer que realmente se trataba de un estúpido trauma de la infancia.

Mi madre había sido una maldición, sí. Nunca estuvo cuando la necesité, nunca se preocupó por mí... Pero de alguna manera su falta de atención fue lo que me permitió conocer a mi mejor amigo. Desde la primera tarde que pasé en la casa de Sean, ella aprovechó la hospitalidad de su familia para deshacerse de mí. Y sin darse cuenta, acabó regalándome la fantástica oportunidad de crecer con los Anderson. De disfrutar de las bromas y tradiciones que existían en una familia real. Navidades con botas colgando de las chimeneas, noches de Halloween recorriendo vecindarios en busca de dulces, tardes jugando con fuertes de almohadas...

Shut UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora