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Cuando era pequeño, uno de mis episodios favoritos de Bob Esponja, era aquel en el que Bob hace una apuesta con Calamardo, prometiendo que no derramaría más lágrimas por el resto del día

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Cuando era pequeño, uno de mis episodios favoritos de Bob Esponja, era aquel en el que Bob hace una apuesta con Calamardo, prometiendo que no derramaría más lágrimas por el resto del día. Realmente me divertía ver la forma en la que el mundo parecía ponerse en contra de Bob, mostrándole millones de escenas que lo incitaban a lagrimear un poco...

Ahora, me encontraba en una situación similar. Y ya no me parecía tan cómico.

Desde que Sean me había besado en el parque no había podido quitármelo de la cabeza. Intentaba evitarlo, pensando en otras cosas, distrayéndome con asuntos distintos, pero, tal como sucedía en ese capítulo de Bob Esponja, era como si el mundo estuviera en contra de mí. En la televisión, los canales transmitían películas románticas, todas ellas en la escena del beso final. Si ingresaba a mi cuenta de Instagram, me encontraba con la imagen de alguna pareja feliz besándose para la cámara, celebrando algún aniversario o evento especial.

Incluso si me alejaba de la tecnología lo único que veía a mi alrededor eran ñoñerías de enamorados: la rosa que papá le había regalado a mamá la semana anterior, el portarretratos que Sky tenía en su habitación, donde había colocado una imagen de ella y Colson besándose sonrientes mientras los dos sostenían la bonita caja de bombones en forma de corazón que él le había regalado en el pasado San Valentín.

El romance me acechaba, como un maldito y despiadado tiburón. No había forma de que pudiera dejar de pensar en lo que había sucedido con Sean.

Supongo que no era la gran cosa. Tan solo había sido un beso...

Bueno, mi primer beso.

La clase de momento que en las películas o libros significa algo importante. Me había sucedido a mí, y yo lo arruiné huyendo inmediatamente después.

¿Qué demonios había sido eso?

No era que no me sintiera atraído por Sean. Era un chico muy apuesto, era simpático y divertido a su manera, y realmente disfrutaba de su compañía. Colson y Skylar siempre andaban por ahí de la mano, susurrándose bromitas al oído y besuqueándose cada vez que tenían la oportunidad; por lo que Sean se había convertido en mi nuevo aliado. Pero nunca pensé que podría suceder lo que sucedió.

Días atrás le había preguntado si estaba enamorado, y dijo que sí... ¿Se refería a mí? No podía concebir que aquello fuera real, si lo pensaba mejor me parecía imposible que Sean, un tipo tan serio y recatado se enamorara de un idiota como yo. Entonces, ¿simplemente me había besado por diversión? Sonaba mejor que lo anterior, pero tampoco resultaba muy convincente.

Tal vez ni siquiera había tenido la intención de hacerlo. Tal vez había perdido el equilibrio y...

No. Sus labios habían sido demasiado suaves como para ser accidentales. Cálidos y cuidadosos, como si temiera dañarme de alguna manera. Incluso creía recordar el delicado roce de sus dedos en mi nuca, cuando me atrajo tímidamente hacia él. Si hubiera perdido el equilibrio, nada de eso habría sucedido.

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