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La dependienta de la veterinaria había devorado a Sean con la mirada en cuanto ingresamos al local

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La dependienta de la veterinaria había devorado a Sean con la mirada en cuanto ingresamos al local. Se encontraba atendiendo a una mujer cuando nosotros llegamos, y estaba seguro de que la había abandonado luego de haberle echado un vistazo al chico, porque la mujer se marchó murmurando blasfemias sobre la atención de ese comercio.

A la muchacha no pareció importarle. Se acercó a nosotros con una sonrisa coqueta y se dispuso a conseguir todo lo que Sean pedía, demorando el mayor tiempo posible en terminar sus tareas para tener una excusa con la que permanecer junto a él. No le quitó los ojos de encima en ningún momento, ni siquiera cuando uno de los gatos que se encontraban en adopción se escapó de su jaula. Tuve que ser yo quien lo correteara por allí para atraparlo antes de que se escapara a la calle, y solamente me había ganado tres rasguños en la mejilla como agradecimiento, porque la muchacha ni se molestó en lanzarme una mirada a mí.

No la culpaba, Sean era un tipo atractivo. Probablemente habría hecho lo mismo si yo me encontrara en su lugar. Pero, enserio, podría haberme preguntado al menos si me encontraba bien cuando resbalé con los confites de alimento que había desperdigados en el suelo.

Sean fue el único que se percató de ello. Estiró una mano de inmediato y me sujetó justo antes de que mi trasero impactara contra el cemento.

—Gracias —murmuré, mientras él me ayudaba a reincorporarme.

La dependienta soltó una risita y le sonrió a Sean.

—Eres como uno de esos superhéroes que aparecen en los cómics de mi hermano —dijo, suspirando como colegiala.

No pude evitar girar el rostro y rodar los ojos con fastidio, al mismo tiempo que Sean apretaba los labios en una mueca cordialmente amistosa.

—Gracias —repuso simplemente.

Se hizo un silencio incómodo. Mi amigo carraspeó:

—Bueno... eso es todo —dijo encogiéndose de hombros.

Ella curvó los labios en una mueca triste.

—¿Seguro que no necesitas nada más?

Sean negó con la cabeza.

—Es una lástima —murmuró la chica, antes de voltear para dirigirse a la caja registradora. Inclinó la cabeza de lado para que su cabello decolorado lloviera sobre su costado contrario, de manera tal que su hombro derecho quedara expuesto, y mientras tanto toqueteó algunas teclas hasta que un ticket blanco comenzó a salir de una pequeña ranura.

Sean se acercó al mostrador y yo lo seguí de mala gana.

No estaba siendo uno de mis mejores días.

Hace media hora había salido de la universidad. Hace media hora había acabado con aquel maldito primer día, y no había sido en absoluto como se lo veía en las películas. O lo que era peor, no había cumplido con la mitad de mis expectativas. Estaba molesto. Frustrado. Desde que puse un pie en el salón que me correspondía supe que iba a ser una clase terrible...

Shut UpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora