Rasqué la sartén con la espátula sosteniendo el mango con mi mano libre y haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para evitar lanzarla por los aires.
El primer día de clases estaba siendo más desastroso de lo que creí que sería, y eso era decir mucho.
Durante las últimas semanas estuve preparándome mentalmente para cualquier escenario posible. Me auto-convencí de que en cuanto pusiera un pie dentro de la nueva institución todo mi día se arruinaría. Me ridiculizaría accidentalmente, llegaría tarde a todas las clases, los profesores pensarían lo peor de mí, no conocería a nadie, me convertiría en la oveja negra de la clase, y a la hora del almuerzo acabaría comiendo sola en el rincón más oscuro del campus, (eso, si era afortunada y las nauseas que los nervios me provocaban no hacían que tuviera que pasar el resto del día vomitando en el baño).
Estaba preparada para casi todo, excepto para las escenas pre-universitarias.
En primer lugar, desperté mucho mas tarde de lo que me hubiera gustado. La noche anterior la había desperdiciado retorciéndome entre las sabanas, intentando conciliar el sueño a pesar de la ansiedad que el día porvenir me provocaba, así que cuando finalmente caí dormida, perdí la noción del tiempo.
Oí el timbre del despertador solo cuando mi hermano ingresó a la habitación y me plantó el celular junto a la oreja.
Tuve que vestirme adormilada y apresuradamente. Me coloqué los jeans al revés en más de dos intentos, anudé mal las agujetas de mis zapatillas, y cuando bajé a desayunar mamá tuvo que hacerle un rápido e improvisado enmiendo a la manga de mi sweater, porque le provoqué un agujero accidental luego de un repentino arranque de furia. Ni siquiera me molesté en maquillarme porque estaba tan estresada que probablemente lo único que conseguiría sería picarme los ojos con el pincel del rímel.
Y como si eso fuera poco, los estúpidos hot cakes que intenté preparar se habían adherido a la sartén.
Gruñí, frustrada, y arrojé la espátula lejos de mi alcance.
—Supongo que no es un buen momento para preguntarte si podrías lavar mis cosas... —bromeó Holden, acercándose a mí con paso precavido, sosteniendo su taza de café y su plato de cereales vacios entre las manos.
Tan solo le lancé una mirada fastidiada, absteniéndome de responder. Él silbó por lo bajo antes de apoyar las cosas dentro de la pileta del lavabo, murmuró algo a lo que no le presté atención, y se alejó por el mismo camino por el que había llegado, tarareando alegremente la estrofa de una canción y haciendo que mi desquicio llegara a otro nivel.
Me peiné el flequillo con los dedos, respiré hondo y...
—¡Debes estar bromeando! —estallé, sin poder contenerme.
Mi hermano se detuvo frente a la mesa del desayunador. Giró de lado para verme sobre su hombro, con los ojos muy abiertos por el susto.
—¿Ahora qué hice? —se espantó.
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Shut Up
Teen FictionSean es un chico de pocas palabras. Holden es incapaz de mantener la boca cerrada. Sean ha tenido un pasado oscuro. Holden es todo sonrisas y felicidad. Sean ha experimentado hasta la peor parte del amor. Holden ni siquiera tiene idea de lo qu...