33 | ELEANOR ✔

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Lo único que era capaz de sentir era el frío filtrándose por cada poro de mi piel. Eso, junto a la lluvia que hace horas logró empapar toda mi ropa y seguía haciéndolo con la llovizna que quedaba.

Había perdido total sentido del tiempo al salir de esa casa.

«¿Ya era de día? ¿O aún era de noche?»

«¿Dónde estaba? ¿Cómo llegué hasta aquí?»

«¿Por qué seguía bajo la lluvia?»

«¿Y mi teléfono? ¿Lo había dejado o estaba en uno de mis bolsillos?»

Era como si todos mis sentidos hubieron huido de mí, dejándome sin nada, quizás solo con el sentido del tacto, porque seguía sintiendo como el agua me empapaba más de lo que ya estaba, además del frío que no ayudaba en que dejara de tiritar.

No podía sentir nada más aparte de esas dos cosas.

Ni siquiera pude distinguir a la sombra que se puso frente a mí cuando entreabrí los ojos. «¿En qué momento los había cerrado y por qué me pesaban tanto?»

Lo que tenía enfrente parecía una simple sombra borrosa. Tampoco podía oír lo que decía, en realidad... ¿tan siquiera estaba hablando la sombra?

Lo que sí percibí fue el momento en que la sombra se acercó tanto a mí pero que ni aun así, fui capaz de hallarle una forma decente. Sentí algo debajo de mis piernas y algo más por la cintura, después ya no sentía nada debajo de mí.

¿Estaba alucinando o esto de verdad estaba pasando? ¿Desde cuándo las sombras podían hacer algo así?

Por un momento deje de sentir la lluvia, deje de sentir frío para ser reemplazado por calor.

No fui capaz de distinguir a la sombra, sin embargo, al intentar abrir un poco más los ojos, distinguí un contorno de lo que podría parecer una nariz, aunque en realidad no estaba segura de que fuera real.

Quizás todo era simplemente producto de mi imaginación. De estar comenzando a divagar por mi estado...

Fue lo último que pensé antes de sumergirme en una completa oscuridad.

***

"—Te dije que te arrepentirías, Eleanor —mi madre aparece con una gran sonrisa, que parecía triunfal.

—¿Y ahora qué bicho te picó? —pregunto extrañada mientras me quitaba la chaqueta mojada. Afuera llovía a cantaros.

—Ya lo veras.

La miré fijamente y, la mirada en sus ojos, no me daba buena espina.

-—¿Ya veré qué?

No espere respuesta de su parte antes de pasarle por un lado en dirección a la cocina. Solo que jamás pude llegar.

—Hola hija.

Si conocías bien a la persona, serías capaz de decir unas simples palabras que podían ser capaces de paralizarla, en mi caso, con solo escuchar esa voz, era más que suficiente.

Mi cuerpo entero se paralizó, comenzó a temblar ante la precipitación de recuerdos que lanzó mi subconsciente, de repente sentí como si mi presión bajará y el aire no llegara a mis pulmones.

"Hola hija" se repetía en mi cabeza como un eco sin fin. Solo se detuvieron cuando giré sobre mi eje y vi al causante de mi sufrimiento desde que tenía memoria.

Si antes con solo escucharlo no sentía mis piernas, ahora, al verlo frente a mí, no estaba segura de que siguiera respirando.

—¿No planeas saludar a tu padre? —pregunta sentado desde el sofá individual que estaba hasta la esquina.

Segunda Oportunidad (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora