"—Esto te pasa por seguir comportándote como una perra. —mencionó, mientras seguía clavando en su brazo los cristales de la botella que acababa de romper solo para hacerlo.
—Por favor, detente. Me duele. —solloza una Eleanor de 6 años.
¿Yo gritaba? Claro que lo hacía. Pero de mi boca, aunque la abriera, no salían las palabras. Y como siempre no podía moverme, solo estaba parado en la esquina siendo testigo de la horrible escena.
Perdí la cuenta de las veces que intente cerrar los ojos, hasta que por un momento pude hacerlo, la imagen desapareció y me sumí en la oscuridad. Estuve a punto de soltar un suspiro de alivio antes de que una fuerza inexplicable me hiciera abrir los ojos de golpe.
Y la escena frente a mí, me destruyo más de lo que ya estaba por dentro.
Ahora había cambiado de lugar, ya no estaba en el rincón, ahora estaba en el centro de la sala.
Pero lo más importante, era que ahora no era su padre quien clavaba los cristales en su débil brazo. Sino yo.
Eleanor me miraba suplicante a los ojos mientras pasaba y clavaba más cristales en su brazo ensangrentado, de hecho aún eran visibles heridas que no lograban cicatrices.
Quise detenerme, quise aflojar mi agarre en su muñeca, quise soltar los cristales o alejar mi mano, pero como siempre no pude, nunca puedo.
—¿Por qué? —preguntó ella, en un hilo de voz.
'No quiero hacerlo, no puedo evitarlo, no quiero hacerte daño'. Eso quise declararle pero, en vez de, salieron otras palabras:
—Porque eres una completa perra."
Abro los ojos intentando ralentizar mi respiración. Sentía como el sudor corría por mi frente, y transpiraba mi cuerpo.
Me senté en la cama y tome el celular para revisar la hora. 4:00 a. m.
No dude ni por un segundo entrar a mi lista de contactos para marcar su nombre.
Pegue el aparato a mi oído y espere a que contestara. La idea de que era una locura comenzaba a ser más sensata, ahora mismo ella estaría dormida y tal vez no quiera hablarme después de lo último que le dije.
Espero, impacientemente, hasta que dejo de sonar y respondió la llamada.
—Lo siento —empiezo antes de que hable—. Sé que estuvo mal que te dijera eso pero no pude evitarlo. No iba al caso con el tema pero simplemente salió de mí. Sabes que a veces no puedo controlar lo que digo cuando me sintió bajo presión por culpa de los recuerdos. Y tal vez no sea lo correcto decir esto, pero no me arrepiento de decirlo. Dijimos no más mentiras y no fue una mentira. Solo creo que no fue la mejor manera de decírtelo...
—Blake —habla por primera vez, interrumpiéndome—. Son las cuatro de la mañana. ¿No pudiste esperar para decirme todo esto a una hora decente?
Aunque su voz sonaba adormilada no había ni un toque de reproche, de hecho podía asegurar que la situación le divertía un poco por su tono de voz.
—Tuve una pesadilla —oí como su respiración se detenía—. Y me fue inevitable no hacerlo.
—Entiendo.
Permanecimos en silencio unos minutos más. No era incomodo pero no sabía que más decir.
—Era sobre ti...
—No. —me detiene con el mismo hilo de voz que escuche en mi pesadilla—. No quiero oírlo. De por si mi cabeza ya se imagina cosas, prefiero no saber lo que sueñas realmente.
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Segunda Oportunidad (TERMINADA)
Ficción General"Ambos se conocieron en el peor momento de sus vidas pero fue solo por eso que encontraron un soporte el uno en el otro desde ese instante". La vida nos tiene muchas sorpresas, quizás alguna vez nos hemos preguntado exactamente eso: ¿Qué sorpresas h...