—Deja de sonreír así, comienzas a asustarme. —menciona Nico desde donde se encuentra sentado.
—No estoy sonriendo de ninguna manera.
—Pues díselo a tu cara. Verte tan feliz es... extraño y me provoca... —sacude su cuerpo de manera exagerada— escalofríos.
—¿Escalofríos? —no pude evitar mirarlo con incredulidad—. ¿Por qué el que sonreía te provocaría escalofríos?
—No es tan extraño decirlo porque se trata de ti. Nunca sonríes tanto. —se levantó del césped antes de continuar—. En esta relación, yo soy el amigable-sonriente y tú eres el amargado-chico malo.
—¿Chico malo? —lo mire con las cejas alzadas—. No seas ridículo, Nico.
Aunque no lo admitiría en voz alta, comprendía a lo que se refería.
Mi humor estaba mejor que nunca, he pasado unos buenos días sin pesadillas y nada fuera de lo ordinario en el trabajo. Aunque claro, lo más influyente en mi estado de ánimo, era que el estado de mi amistad con Eleanor va mejor que antes, mejor que nunca; el que hayamos hablado y aclarado las cosas ayudó demasiado.
«Nada podría arruinar mi felicidad.»
Oigo a Nico maldecir por lo bajo. —Por favor, solo ignora lo que diga.
«Quizás hable demasiado pronto.»
—Que encantador es verlos, perros guardianes. —«hijo de...»—. ¿Y su dueña? Por lo que veo por fin les soltó las correas por un rato.
—Mira, querido —comienza Nico, tranquilo—. Yo no soy Eleanor, lo que significa que yo no voy a evitar que este muchachote de aquí —me palmea el hombro— se te vaya encima para darte la golpiza de tu vida de una buena vez por todas.
—¿Y si eres tan valiente para decir eso porque no me la das tú, eh? —exclamó burlón, retando a Nico—. Ah, claro, ya lo recuerdo. No puedes ni dar un simple golpe.
—Él no puede dártelo pero yo sí. —me acerco a él. Éramos casi de la misma estatura pero yo lo rebasaba por unos centímetros—. Pero lo cierto es que no vale la pena mancharse las manos con alguien de tu tipo. Entonces te doy la oportunidad de que te vayas por donde viniste.
—Mira como tiemblo. —da un paso hacia atrás, sacudiendo las manos fingiendo terror—. No te hagas muchas ilusiones, si me golpeaste aquella vez fue solo porque me distraje, si no, hubieras terminado igual que tu amiguito.
—El que va a terminar igual que mi amiguito, eres tú. ¿Quieres que lo comprobemos ahora?
—Oye. —se queja mi amigo. Lo ignoro, pero lo que no puedo ignorar son unas ligeras manos envolviendo mi brazo para alejarme del estúpido de Bruno.
No tuve que ni voltear a verla para saber quién era.
—No caigas en su juego, Blake —Eleanor se posiciona frente a mí, dándome la espalda—. ¿Qué no te cansas, Bruno?
—Para nada linda, es tan divertido ver como tu perro guardián número uno tiene la mecha tan corta.
—Corta tendrás algo más... —balbucea Nico lo suficientemente fuerte para que yo lo escuchara, quizá Eleanor también pero el imbécil no. Una atisbo de sonrisa se hizo presente.
—Solo vete, Bruno —ordena mi amiga.
«Es lindo poder llamarla amiga de nuevo», pensé.
—Solo porque ya me aburrieron. —concuerda el imbécil antes de acercarse de más a Eleanor, inconscientemente yo hice lo mismo—. Nos veremos cuando no haya muros en la costa, preciosa.
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Segunda Oportunidad (TERMINADA)
General Fiction"Ambos se conocieron en el peor momento de sus vidas pero fue solo por eso que encontraron un soporte el uno en el otro desde ese instante". La vida nos tiene muchas sorpresas, quizás alguna vez nos hemos preguntado exactamente eso: ¿Qué sorpresas h...