THE LUCKY ONE

618 70 9
                                    

Capítulo catorce: Can you tell me now, you're the lucky one?

En nuestra primera cita yo fui la primera en llegar. Recuerdo perfectamente que me sentía como una tonta esperándolo y las innumerables veces que pensé: "¿Por qué no fue por mí a casa?", al igual que los mensajes mandados a Amber cada cinco segundos sobre mi miedo de que él no llegara.

Jason llegó quince minutos más tarde, alterado por haber tardado mucho y con millones de disculpas. Lo importante aquí es el hecho de que seguía recordando su caminar despreocupado, como si tuviera el mundo a sus pies y él lo supiera. Y era el mismo con el que se dirigía a nuestra mesa. Cada paso parecía calculado y, por mi miedo, hasta lo veía en cámara lenta.

De pronto, una mano tomó su brazo, deteniendo su andar y borrando su cínica sonrisa. Pareció decirle algo, después caminaron a la salida, no sin antes echar un vistazo a nuestra mesa. Sus ojos azules se encontraron con los míos por un par de segundos, al final ella desvió la mirada y continuó con su camino.

—¿Ella no es...? —No dejé que siguiera.

—Sí, Amber, es ella.

Di un trago a mi café, ahora sentía las miradas intrigantes de mis mejores amigos.

—¿Y lo dices con toda esa tranquilidad?

La miré fijamente.

—Sí, ¿o qué querías? ¿Qué le echara encima el café hirviendo?

—No se refiere a eso —habló Martin.

—Lo sé —suspire—. Es que ni yo sé cómo reaccionar.

—Me pregunto si Jason tendrá el descaro de acercarse a ti y hablarte después de lo que hizo —Amber miro a la ventana.

—Oh, por supuesto que lo tiene.

—Ese infeliz —dijo molesto—. Cada que lo veo, me dan ganas de romperle la cara.

—Yo también —opinó Amber, luego giró a verme—. ¿Por qué dices que si es un descarado?

—Porque nos vimos el sábado. Salí del baño y me encontré con él, platicamos un rato.

—No digas que quiere regresar contigo.

—Eso parece.

—Ah no, eso si que no. Yo soy team Matthew, que se vaya con toda su mierda a otra parte.

—No te preocupes —miré a ambos—. No planeo regresar con él.

Planeamos dejar de hablar de Jason y platicamos sobre las historias pendientes en esos días de eterno trabajo mientras disfrutábamos de un riquísimo desayuno y de nuestra compañía.

...

Al terminar el desayuno, acompañé a Amber a comprar unas cosas para su cita con Edward, quería lucir fabulosa y segura, aunque la conocía lo suficiente para saber que estaba muy nerviosa.

Entramos a varias tiendas, miraba la ropa y a veces entraba al probador, al salir la dejaba donde mismo.

—No me gusta como se me ve —solía decirme.

Cuando estábamos saliendo de la tienda número seis y seguíamos con las manos vacías, camine a una banca para descansar un poco.

—Ok, ¿qué sucede? —le pregunté.

—No entiendo de qué hablas —bufé.

—Por supuesto que lo sabes —la mire—. No has elegido nada y estoy segura que todo lo que te probaste se te mira fantástico. ¿Qué sucede?

Amber pasó sus manos por la falda de su vestido, dio un suspiro y se enderezo.

—Tengo miedo de no gustarle a Edward. De no verme lo suficiente bonita para llamar su atención.

La tomé de ambas manos.

—Amber Woodall, tú eres hermosa y estoy segura que él también ya lo notó, y que por eso te invitó a salir. Pero, si Edward no lo mira, entonces no vale la pena. Eres maravillosa y es momento de que comiences a creerlo tú también.

No sé si mis palabras fueron las correctas o las que ella quería escuchar. Lo único que pude ver fue a mi amiga entrar a una tienda y, por fin, comprar algo de su agrado y con lo que se sentía cómoda. Eso era lo importante.

...

Regresé al edificio a eso de las tres de la tarde. Al entrar salude al portero y caminé al elevador, mientras tanto, busqué las llaves de mi departamento. Me detuve por unos segundos, no las encontraba por ninguna parte. Hasta apareció aquel labial que buscaba desde hacia un par de meses, pero lo más importante no aparecía. Comenzaba a estresarme.

—¿Jade Armstrong?

Detuve mi búsqueda, esa voz la conocía muy bien. Giré con lentitud sobre mis talones, buscando valor para encontrarme con aquel rostro que vi esa misma mañana.

—Hola, Rebecca.

Rebecca Marlow era la actual novia de Jason, siendo sincera era muy bonita, aun con las condiciones que él seguramente le ponía al igual que a mí. Me pregunté como supo donde vivía.

—Necesito hablar contigo.

—Claro.

Se notaba un tanto nerviosa e intranquila, parecía querer terminar rápido con lo que planeaba.

—Es sobre Jason...

—No es necesario —interrumpí—, él ya quedó en el olvido.

—Necesito hacerlo —susurro—. Por favor.

Era muy importante para ella, por alguna razón. No entendía por que y no quería ser imprudente al interrumpirla de nuevo y menos con la pregunta que pasaba por mi mente.

—De acuerdo.

—Gracias —guardo silencio—. Yo no sabía que eras importante para él, bueno, lo sigues siendo a pesar de lo sucedido en esa fiesta.

Aplane mis labios, aun dolía un poco lo sucedido.

—¿Cuánto tiempo tenían saliendo?

Rebecca pasó un mechón de cabello detrás de su oreja. Se veía avergonzada.

—Un año.

Fue como recibir un gran golpe en el pecho, ¿un año? ¿Cómo no me di cuenta antes? Estuvo viéndome la cara durante un año, tal vez hasta más, a lo mejor Rebecca no era la única.

—Ten mucho cuidado con Jason —le pedí—. No me gustaría escuchar que él te hizo lo mismo que a mí —Por fin vi las llaves—. Tómalo como un consejo.

Di media vuelta dispuesta a terminar la conversación, no obstante, ella volvió a hablar.

—Jason aún te ama —me detuve—. Eso venía a decirte.

Giré, ella me dedicaba una sonrisa triste y sus ojos se notaban llorosos.

—No —hable—. Él te ama a ti.

—¿Por qué lo dices?

Suspiré, todavía dolía.

—Porque fue a buscarte después de lo que pasó y porque a ti si te contesta con algo lindo cuando lo etiquetas en alguna foto.

—Pero...

—Tú eres lo mejor en su vida, y se nota cuando te mira.

No quise seguir hablando de mi ex, así que abandoné el lugar antes de que dijera algo más.

R E D // Matthew Gray Gubler ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora