ALL TOO WELL

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Capítulo dos: 'Cause I remember it all too well

Las noches sin él se hicieron más largas, en especial porque recordaba nuestros días juntos. Recordaba cada palabra, cada suspiro y caricia. Era una tortura, e inevitable que no me pusiera a llorar. Trataba de distraerme —en especial porque me dormía hasta la una de la mañana— de cualquier manera, me ponía a escuchar música o leer, aunque fuera las instrucciones del televisor, pero todo se resumía en volver a él, como siempre. Era un círculo vicioso.

Así que esa noche, que regresé del trabajo y quise refugiarme en mis recuerdos más felices, me animé a probar mi última idea. La había escuchado en el trabajo y esperaba que funcionara.

Encendí mi computador y entré a Google, al principio no supe con exactitud que iba a buscar, me sentía un poco perdida. Al final, recordé mi bella lista de cosas por hacer y teclee con velocidad el nombre de la famosa serie.

Años antes (cuando comenzábamos a ser novios) tenía un cuaderno con series y películas que quería ver, sin embargo, los comentarios de él me desanimaron y lo dejé en algún lugar que ya no recuerdo. De saber el desenlace, hubiera ignorado sus comentarios y seguiría con mis sueños e identidad intacta.

La serie funcionó, me ayudó a distraerme y olvidar todo. Terminé mirando tres episodios porque me comenzó a dar algo de sueño. Apagué la computadora, la dejé en la mesa de noche y me acomodé para dormir.

No pensé en él por unas horas... Pero apareció en mis sueños. El que más recuerdo de la misma noche, fue el del día de la fiesta. Lo único diferente era que nunca terminamos, hasta me llevó a mi apartamento como era su costumbre. Y, al despertar, comencé a llorar. No por él, sino por mí. Esperaba, algún día no muy lejano, poder perdonarme.

...

Amber llegó a la misma hora del día anterior, tenía una sonrisa enorme, también una caja de panecillos y su respectivo café.

—Hola, Jade. ¿Por qué todavía no estas lista?

Su vista había viajado de arriba abajo en el momento que abrí la puerta.

Me limité a encogerme de hombros.

—No mire la hora.

—Ajá —pasó a un lado de mi—. Sé que mientes.

Dejó la caja en la mesa, me miró expectante y procedió a tomar de su café.

—Estabas llorando, ¿no es así?

Suspire.

—Algo así —la mire—. He soñado con él hoy.

—¿Quieres hablar de eso?

Una lágrima resbalaba por mi mejilla, estaba exhausta de llorar y mostrar que todavía me importaba.

—Por ahora, no.

—De acuerdo. Cuando estés lista, aquí voy a estar para ti, no importa la hora.

—Gracias, Amber.

—No me agradezcas.

—Ya no hablemos de ello, déjame tomar café y comer un poco.

Tomamos asiento y nos pusimos a comer, entre tanto, Amber me contaba como le había ido en el trabajo en los últimos días. Cansando y repetitivo. Muchas veces me dijo cuanto deseaba renunciar, aunque nunca se animaba por completo, y la entendía. También me contó sobre los últimos almuerzos con Martin.

Ahí comprendí que hice mal al separarme de ellos.

...

Llegué a la casa casi a las once, estaba más cansada que el día anterior y la soledad me lastimaba aún más.

Quería llegar y saber que él estaba ahí esperándome para cenar juntos o para hablar de aquellas cosas que nos molestaron de nuestros días.

Sin embargo, eso no iba a pasar.

Ni en nuestros mejores sueños, y eso dolía, porque yo lo seguía recordando todo a la perfección.

R E D // Matthew Gray Gubler ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora