I ALMOST DO

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Capítulo cuatro: It takes everything in me not to call you

Cuando Martin llegó por mi aún no terminaba de alistarme, faltaba que me desenredara el cabello y ponerme mis zapatos, así que le invité una taza de café y pan de chocolate. Extrañaba pasar tiempo con él aunque fuera unos segundos, pero eso no era posible por el trabajo y a veces no podíamos hablar porque conversábamos de varias cosas con Amber. Además, últimamente, yo lo complicaba todo por mi actitud.

—Hace mucho que no me invitas a comer —dijo con la boca llena.

—Lo sé y quiero disculparme por eso.

—Con esto, para mí ya estas perdonada.

—También me refiero a que no paso tiempo con ustedes.

—Por eso no te preocupes. Al menos por mi parte entiendo que quieres encontrarte a ti misma después de lo que pasó.

—Gracias, Martin —le dediqué una pequeña sonrisa.

—Jade, ¿te puedo hacer una pregunta?

Tome los utensilios que ocupó mi amigo y lo puse en su lugar.

—Por supuesto.

—¿Qué has escuchado de...?

—Hey—lo interrumpí—, aquí no decimos su nombre.

—Bueno, ¿has escuchado algo sobre él?

—No, y espero nunca hacerlo. Ya me ha dado suficientes problemas.

—Y —guardó silencio por unos segundos—, ¿qué fue lo que pasó entre ustedes?

Agradecí que me encontraba de espaldas recogiendo unas cosas y no pudo ver mi rostro. Nadie sabía lo sucedido de aquella noche y por el momento quería que así se quedaran las cosas. Lo contaría cuando todo eso fuera solo un mal recuerdo y no me hiciera llorar.

Deje lo que estaba haciendo y fui a sentarme a su lado.

—Martin, te quiero mucho y sabes que confiaría en ti mi vida entera —lo vi a los ojos—, pero por ahora no hablare de eso.

—Esta bien, Jade, entiendo perfectamente. Y cuando estés lista, me llamas por teléfono, seré quien limpie tus lagrimas si así lo quieres.

—Muchas gracias —tomé su mano sobre la mesa—. Eres el mejor.

...

Llegué a casa temprano, no tenía ni la menor idea de que hacer. No tenía ganas de ver la serie y ya no sabía que más limpiar del departamento, se veía impecable.

Por alguna razón me dirigí a mi recámara y saqué la bandana del lugar secreto, la desdoble y doble innumerables veces. Recordando lo sucedido en los últimos años y como cambiaban los sentimientos de una persona en un abrir y cerrar de ojos. "¿Por qué?" me volví a preguntar después de días de no hacerlo.

La verdad era que la conversación con Martin me había dejado un tanto sensible y pensativa, comencé a extrañar a mi ex. Me preguntaba que se encontraba haciendo, si ya había llegado del trabajo, o si estudiaba sobre ese tema que tanto le llamaba la atención... O si pensaba en mí.

Lloré... Era una idiota por pensar que tal vez eso último podría suceder. Él nunca pensó en mí.

Pero, ¿qué tal si esa vez si lo hacía?

Saqué el celular de mi pantalón, lo desbloquee y fui directo a la lista de mis contactos. Por desgracia aún conservaba su numero de teléfono, así que lo observé por un buen rato, en especial porque amaba la foto que elegí de contacto.

Eso me impulso a querer mandarle un mensaje o llamarle... Estaba bastante decidida a volver a saber de él. Mi dedo se encontraba en su número, listo para que iniciara la llamada.

Y casi lo hago.

Alejé el celular de mi y volví a llorar, cuestionándome una y otra vez lo que estuve a punto de hacer.

Cuando por fin logre tranquilizarme, tomé el artefacto una vez más y lo desbloquee. Esa vez si que no habría vuelta atrás, necesitaba hacerlo o si no me volvería loca.

Volví a los contactos y busqué aquel número. Y, sin pensarlo, marqué.

—¿Hola? —dijo la persona del otro lado.

—Necesitamos hablar —hablé con seguridad—. ¿Puedes venir mañana a mi casa?

R E D // Matthew Gray Gubler ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora