Capítulo 70

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Rebusco mi porta cosméticos en mi bolso y me encuentro la compra que hemos hecho ayer con Sam. ¿Cómo ha venido a parar el test de embarazo de Sam a mi bolso? Me estiro hasta mi mesita de luz y tomo mi teléfono. Busco el contacto de Sam y presiono el sensor para enviarle una nota de voz. 

—Oye, tengo el test de embarazo que compraste. ¿Cuándo puedo dártelo?

Sam no lee el mensaje así que dejo el celular sobre mi regazo y tomo la cajita rosa en mis manos, comienzo a leer el prospecto y me doy cuenta de que la prueba además de confirmar embarazo o no, también puede distinguir cuantas semanas llevas si es el caso de que da positivo. La tecnología y sus avances, pienso.

Dejo de leer en cuanto escucho golpes abajo. Debe de ser Nate. Bajo las escaleras y abro la puerta para encontrarlo de pie frente a mí. Recorro su cuerpo con la mirada y me muerdo el labio inferior. La camiseta negra que lleva puesta se le ciñe al cuerpo, marcando su musculoso torso y sus bíceps. Hace que sus tatuajes resalten y mis hormonas se alteren. Él sonríe y me distraigo de mis pensamientos eróticos.

—¿Vas a invitarme a pasar o te quedarás mirándome como si me estuvieras follando en tu mente? –pregunta y se acerca a mí para besarme.

Esbozo una sonrisa mientras mis labios acarician los suyos con delicadeza. Él me empuja hacia atrás para que luego oiga la puerta trabarse.

—Pasa. –le digo, aunque ya estemos adentro.

Él vuelve a besarme y luego caminamos hasta detenernos en la sala comedor.

—Voy a preparar café. –digo caminando hacia la mesada y tomar la cafetera. —Puedes subir y esperarme arriba si quieres.

Él me sonríe dulcemente y el corazón se me derrite de amor.

—De acuerdo. –dice y desaparece a medida que sube las escaleras.

Enciendo la cafetera una vez que la coloco en el censor y busco dos tazas. Ya que el café tarda en prepararse, recuerdo el mensaje que le había enviado a Sam, ella quizás ya me haya dado una respuesta. Subo las escaleras y entro a mi habitación, Nate está inclinado, con sus antebrazos reposados sobre sus piernas y con algo en sus manos.

Carraspeo y él se pone erguido, sus ojos me analizan y por fin puedo ver lo que tiene en sus manos. Es la pequeña caja rosa con el test de embarazo de Sam. Oh, no…

Él abre la boca para hablar pero vuelve a cerrarla, luego de unos segundos jadea nervioso.

—¿Yo… Debería preocuparme? –pregunta aún sosteniendo la caja en sus manos.

Estoy boquiabierta. No puedo emitir palabra. No quiero delatar a Sam pero tampoco voy a dejar que piense que yo soy la del asunto.

Sonrío nerviosa.

—No… Eso no es mío, amor. –me acerco a él y le quito la caja de las manos.

Busco mi bolso y lo guardo a toda prisa.

—¿De quien es, entonces?

No puedo responderle eso, Sam me mataría, me pidió que no se lo dijera a nadie y ese nadie en específico es Nate.

Al no responder, Nate se levanta de la cama y se pasa las manos por el cabello en un movimiento de frustración. Debo admitir que me provoca diversión verlo así aunque ya le he dicho que no es mío.

—¿Sabes qué? –pregunta. —Háztelo.

Abro la boca con sorpresa.

—¡¿Qué?! –pregunto anonadada. —¿Es una broma?

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