Capítulo 25

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Recomendación: Leer este capítulo escuchando Swimming in Stars de Wayfarers 💞

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Subo las escaleras hacia mi habitación después de cenar y me siento en el borde de mi cama, observando a la nada, pensando en cómo han sido mis días de esta semana. Una verdadera mierda.

Miro la hora en mi celular, 20:48. Y pienso que hubiera sido buena idea salir a algún club con mi hermana, pero cómo la tonta que soy he rechazado la propuesta. Tomo el control remoto que está en la mesita de luz y enciendo la televisión, Harry Potter y el prisionero de Azkaban aparece en la pantalla haciéndome recordar el día en casa de Sam y como Nate la miraba con fascinación. Cambio de canal antes de que la primera lagrima comience a caer por mi mejilla, la seco con el dorso de mi mano y una película cómica que va por la mitad me llama la atención.

Mi celular se enciende y la atención que antes le daba a la televisión ahora se la doy a la pantalla.

Mi corazón casi se me sale del cuerpo al ver quien me está llamando. Dudo en contestar pero quizá se trate de una urgencia.

—Nate. –digo seca.

—¿Estás ocupada? –pregunta con un tono de voz el cual no logro descifrar, ¿gracia?

—¿Qué?

—Que si estás ocupada.

—Nate, ¿qué quieres? –pregunto con fastidio.

—Al parecer el lunes me he quedado con algo tuyo después de la caminata y me gustaría devolvértelo.

No entiendo de qué está hablando cuando caigo en cuenta. Carajo.

—Mi pulsera. –digo observando mi muñeca vacía.

—Así es. Me encuentro en el club esperándote.

—¿Qué? ¿No puedes devolvérmela el lunes? –pregunto.

—Mmm, no. Para el lunes puede que ya la haya vendido.

Mi enojo aumenta al oír eso.

—Nate, no te atreverías. –digo con la voz dura.

—Ven, para que después no digas que no me atrevo.

Mierda.

—Estaré allí en media hora. –digo poniéndome de pie.

—Perfecto, he dejado la puerta abierta. –me avisa

—Bien. Adiós.

—Ah, Rue, cuando entres hazlo con linterna, acabo de cortar la electricidad. –escucho como sonríe.

—¿Qué? –pregunto, pero él ya ha cortado la llamada.

Busco la aplicación en mi teléfono y contacto un Uber, el más cercano se encuentra a tres minutos. Me coloco mis sandalias negras y el celular en el bolsillo trasero, tomo dinero de mi cerdito y salgo por la puerta. Antes de bajar las escaleras me cruzo con mi madre.

—¿Adónde vas? –pregunta al verme vestida.

—He olvidado algo en el club e iré a buscarlo. –miento.

—¿Ahora? ¿No puedes esperar hasta el lunes, Rue? –me mira fijamente.

—En realidad no. Tomaré un Uber y no tardaré más de una hora, lo prometo. –comienzo a bajar las escaleras al escuchar un bocinazo en la calle.

—Ve con cuidado. –grita mamá atrás mío.

Me subo al automóvil y saludo al conductor, le doy la dirección y agradezco que el hombre me saca conversación durante todo el trayecto para aliviar los nervios que tengo.

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