Capítulo 46

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El grupo entero ríe cuando Jacob suelta uno de sus chistes sobre las chicas que lo han rechazado. Yo simplemente sonrío y bajo mi mirada hacia el apoyabrazos de mi asiento, donde mi mano se encuentra apoyada sobre la mano de Nate, mientras nuestros dedos nos unen.

Nate vuelve a reír con otro chiste que no he podido oír a causa de mi distracción e, inconscientemente, aprieta ligeramente nuestras manos. Ahora que las veo unidas, es una de las imágenes más bonitas que guardaré siempre. Levanto mi vista y observo su perfil, luce tan despreocupado y tan divertido con la situación, sus ojos se achinan en cuanto vuelve a reír. Cuando deja de hacerlo, parece percatarse de que lo estoy mirando, ya que se gira hacia mí y me guiña un ojo para después sonreírme, dejándome con las bragas completamente húmedas.

Jadeo y me estiro para tomar el vaso con jugo de mango que Samuel me ha traído, y quien ahora come panqueques frente a mí mientras también se ríe de Jacob. Me tomo un tiempo para observar a todo el grupo y me parece increíble haber coincidido con personas tan agradables y tan mágicas como ellos. Me han hecho saber que la amistad si existe y que no es una simple estupidez como yo había creído todo este último año.

Sé que hoy va a ser un buen día.

Nate y yo anoche logramos acercarnos un poco más y eso me da motivación para soportar el día ajetreado que será hoy. Lo que sucedió anoche fue el momento que venía esperando hace tiempo, Nate se abrió a mí y eso me dio esperanza, esperanza de que todo vaya bien.

••••

—Rue, ¿podrías ayudarme con las bebidas en la barra? –me pregunta Jacob y yo levanto la mirada hacia él.

Son casi las cinco de la tarde y el día está apunto de terminar. Las piscinas ya están cerradas y los niños se encuentran bajo la observación del otro equipo.

Lo único que podía hacer con tanto tiempo libre fue recostarme en una tumbona y tomar sol, aunque me haya colocado protección solar al mediodía.

Asiento con la cabeza y me levanto de la tumbona para seguirlo hasta llegar a la barra. Entramos y él comienza a romper packs de gaseosas en latas para ponerlas en los freezer, se da la vuelta y me pasa unos guantes.

—Ten. No vayas a cortarte. –dice y yo me los pongo.

Tomo uno de los packs y comienzo a romperlos para hacer el mismo proceso que hace Jacob. Luego de unos minutos escucho como se queja de algo. Me giro y lo veo tratando de abrir una caja, pero al parecer le es imposible.

—Iré a buscar algo para poder cortarla. –me explica y sale de la barra dejándome con mi tarea.

Tomo siete latas y comienzo a acomodarlas sobre otras que ya había dejado en el frezzer.

—¿Puedo hablar contigo? –pregunta una voz desagradable.

Me giro y veo a Santiago apoyándose con los codos en la barra de bebidas.

Lo miro con repulsión y niego con la cabeza.

—No quiero hablar contigo, Santiago. –digo y vuelvo a ponerle mi atención a las cajas.

—Supongo que debo congratular a Nate, dado el hecho de que se llevó un buen premio el otro día. –dice y volteo a verlo, su sonrisa se ensancha y el cabreo me invade.

—¿Hablas del descuido que tuvo antes de que lo golpearas como el idiota que eres? –pregunto y me quito los guantes.

Él sonríe y niega con la cabeza.

—No, preciosa, hablo de un premio mucho mejor.

—¿De qué estás hablando? –esto comienza a parecerme demasiado molesto.

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