Capítulo 36

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Cuando tienes depresión, hay un punto al que llegas en el que tu mente está convencida de que te mereces todo lo malo que te sucede, que es tu culpa, que son las consecuencias de tus acciones y trata de convencerte... hasta que logra ahogarte con esa sola idea. Y es lo que me está pasando ahora. Me merezco todo lo malo que me está sucediendo. Soy un desastre.

Son las tres de la tarde y me encuentro en la oscuridad de mi habitación hecha un ovillo en el medio de mi cama, sin entender cómo llegué hasta aquí, hasta este punto, a no querer sentir absolutamente nada.

—Rue, baja a comer algo. –dice mamá desde el otro lado de la puerta.

Suspiro.

—No tengo hambre. –digo con voz neutra.

Respiro por la boca a causa de lo tapada que me ha quedado la nariz después de haber llorado durante toda la mañana hasta ahora.

Ni siquiera puedo expresar cómo me siento.
Me he despertado a causa de una horrible pesadilla y Nate no estaba a mi lado, lo busqué por toda la casa hasta que decidí ver por la ventana y notar que su camioneta no estaba. En ese momento sentí como mis piernas temblaban y mis lágrimas recorrer mi rostro hasta llegar a mi pecho en cuestión de un segundo, sentía una fuerte presión en mi pecho y allí lo supe, tenía el corazón roto. Él se había marchado, dejándome completamente sola.

Y aquí me encuentro ahora, preguntándome a mi misma qué fue lo que hice mal.

—¿Rue? ¿Puedes bajar? –la pregunta de Chloe me toma por sorpresa. ¿Qué está haciendo aquí?

Que se vaya de aquí.

—Chloe, déjame en paz. –me cubro ambos ojos con la mano y siento mis lágrimas empapándo mis dedos

—¿Estás llorando, Du? –su voz se hace más fuerte en el pasillo.

—No quiero hablar con nadie, entiéndelo de una puta vez. –alzo el tono de mi voz en las últimas palabras.

Chloe no me hace caso y comienza a tocar la puerta.

—Ábreme, habla conmigo Rue. –ruega desde el otro lado de la infraestructura de mi habitación.
Sé que no se rendirá y se quedará allí hasta que le abra. Como puedo, obligo a mi cuerpo a levantarse y caminar hacia la puerta, giro la llave y me doy la vuelta antes de que Chloe entre.

—Cierra la puerta con llave. –le ordeno cuando entra.

—No veo nada. –contesta y hace lo que le digo.

Mis ojos están tan acostumbrados a la oscuridad que puedo notar como Chloe camina por la habitación hasta llegar a mi ventana y abrir las cortinas. El brillo que entra hace que cierre y abra mis ojos por unos segundos hasta lograr acostumbrarme a ella.

Chloe observa mi rostro y sus ojos se abren con preocupación.

—¿Qué mierda? Rue, ¿qué sucede? –pregunta en el mismo tono.

Niego con la cabeza y me siento en mi cama.

—Nada. –la ronca voz con la que respondo hace que ella niegue con la cabeza.

—¿De quién es esa camisa? –pregunta pasando su vista por mi cuerpo, cosa que me incomoda.

—De Nate. –contesto sin darle vueltas.

—¿Nate estuvo aquí? –pregunta sorprendida.

Asiento en respuesta y ambas quedamos inmersas en un silencio absoluto.

—¿Lo hicieron? –pregunta con curiosidad cortando la tranquilidad del aire.

En ese momento los recuerdos de anoche vienen a mi cabeza y las lágrimas explotan en mis ojos, bajando a toda prisa por mis mejillas, mi respiración se hace inconstante y mi ritmo cardíaco aumenta haciendo que me cueste más al respirar.

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