Capítulo 9

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Nate es el único del grupo que se la pasa ignorándome. Ni siquiera trata de sacar conversación para alivianar la tensión que hay entre nosotros. Ni siquiera me mira.

Ya es viernes y según todos, excepto Nate, han dicho que sería una buena idea quedarnos aquí después de que cierre el club y festejar mi primer semana. Me parece una idea fantástica. Luke nos ha dejado asaltar la barra de bebidas alcohólicas. No es que sea una alcohólica empedernida, pero un trago de vez en cuando no está mal. Al cerrar el club, me dirijo hacia mi ducha para sacarme un poco el cansancio de lo que ha sido mi primer semana. Mi ducha se encuentra al lado de la de Nate, y es obvio que él esta ahí adentro dándose una ducha. La idea de bañarme sabiendo que el esta del otro lado de la pared me resulta inquietante, pero si no me ducho ahora no podré hacerlo más tarde ya que todos se pelearán por hacerlo. Me desnudo lo más rápido que puedo y entro silenciosamente bajo el agua. El agua está tibia y relaja mis músculos enseguida. Terminó de ducharme y me envuelvo con mi toalla, gracias a dios las duchas son lo suficientemente grandes para que pueda vestirme aquí. O eso pensaba hasta que me di cuenta de que olvidé mi mochila en mi casillero.

Maldita sea.

La ducha de Nate ya no se escucha, quizá ya haya terminado y se haya ido y yo pueda ir y buscar mi ropa tranquilamente.

Salgo de la ducha con sólo la toalla y me dirijo hacia mi casillero. Abro la puerta y busco mis pertenecías. Cuando cierro doy un saltito al verlo a Nate con nada más que una toalla en su cintura...

Santa madre de Dios. Su torso y brazos están decorados con varios tatuajes en tonos negros. Frases y dibujos; tiene la palabra "Love" en el pectoral izquierdo, una ramita de olivo en la clavícula del lado derecho; una pluma en el primer músculo de su abdomen del lado derecho; una pequeña copa de vino en la costilla izquierda; dos palmeras en la cintura del lado derecho; tres frases en inglés: una en el pectoral izquierdo, otra en el bíceps derecho y la última en la cadera del lado izquierdo, tiene aún más pero no logro entender qué son. Tiene un lunar en su abdomen, justo encima de su abdominal izquierdo.

De repente siento calor, mucho calor.

Nate sólo se queda mirándome fijamente

—¿Ves algo que te guste? –pregunta con fastidio.

Si.

—N-no. –tartamudeo. Santo Dios.

Cálmate, Rue.

—Mmh, como digas. Vete, necesito vestirme.

Hij...

—Mmh, no. Yo llegué primero así que tú vete para que yo pueda vestirme. –le respondo.

—Como quieras. –dice dándose la vuelta.

Su reacción me confunde.

—¿Qué estás haciendo? –le pregunto.

—Dejando que te vistas. –responde en tono casual.

Jadeo incrédula.

—Estás loco si crees que me voy a cambiar estando tú aquí.

Nate se da la vuelta para enfrentarme.

—No seas presumida. Y apresúrate, que no quiero seguir aquí perdiendo mi tiempo contigo.

Su respuesta termina con mi paciencia.

—Eres un maldito idiota, Nate. ¡¿Por qué mierda me odias?! –grito.

En menos se un segundo lo tengo parado justo enfrente mío. Nuestras narices se tocan y me hago hacia atrás para conseguir un poco de distancia.

—¿Quieres saber porqué? Estás aquí tratando de robar lo que tardé años en conseguir. Sólo por ser ahijada de Luke, y mira, me esforcé demasiado para ganarme mi lugar aquí y tú sólo entras y todos están a tus pies. Sólo eres una interesada de mier... –sin dudar lo abofeteo.

Nate se queda plasmado ante mi reacción. Se lleva la mano a su rostro y me observa como si tuviera dos cabezas.

—Escúchame bien, Nate. Porque sólo lo diré una vez. No estoy aquí para robarte tu puto puesto ni el puto puesto de nadie. Estoy aquí porque necesito el dinero, ¿de acuerdo? –las lagrimas se acumulan en mis ojos. —No sabes nada de mí. Y nadie esta a mis pies porque si no te lo han dicho, antes de entrar aquí pedí personalmente que se me trate como a cualquier otra persona que trabaja aquí dentro. ¿Te has esforzado? Te felicito. Pero yo no quiero robarte nada, y espero que te quede claro de una vez y dejes de tratarme como si fuera una basura que no merece el respeto de nadie. Y ahora puedes vestirte tranquilo para no tener seguir aquí conmigo.

Veo como Nate se queda helado y sin saber qué decir. Dicho esto agarro mis cosas y me dirijo hacia la ducha para vestirme ahí. Entro en la ducha y seco mis lágrimas con el dorso de mi mano.

Empiezo a vestirme y escucho que tocan la puerta.

—¿Quién es? –pregunto.

—Sabes que soy yo. –dice Nate. —Escucha, Rue. Lo siento, ¿de acuerdo?

Escucho como se da la vuelta y se marcha dejándome más confundida.

¿Por qué me trata de esa forma y después me pide perdón como si nada hubiera pasado?

Termino de vestirme y salgo hacia las piscinas. Jacob esta colocando luces en la barra y Nate está hablando con Elliot cuando me ve salir, le dice algo a Elliot y se dirige mi.

Llega hasta mi y al instante me siento culpable. Dios santo. Tiene mi mano marcada en la mejilla de un color rojo claro. Si que le he dado fuerte.

—¿Podemos hablar en privado? –me susurra.

—Claro. –contesto sin ganas.

Se da la vuelta y me guía nuevamente hacia los vestidores.

Cuando llegamos, hace una señal para que pase y cierra la puerta detrás de mi cuando lo hago. Se dirige nuevamente hacia su casillero y se reposa sobre éste.

—Lo siento, Rue. Pero tienes que entenderme. Me he esforzado demasiado y todo me parece una amenaza, más tú estando aquí adentro y no haber conseguido este trabajo de manera normal.

Lo miro confusa.

—Entiendo. Pero no por eso tienes el derecho de tratarme como a una basura. Al principio ni siquiera me gustaba la idea de trabajar aquí sólo por ese motivo, no quiero que todos me traten de manera "especial" solo por tener un papel dónde dice que Luke y Carla son padrinos míos.

Me observa y asiente repetidamente con la cabeza.

—Tienes razón. Siento haberte tratado como te traté esta semana, ¿si? ¿Podemos olvidar que todo esto pasó y actuar normalmente? –pregunta con una sonrisa. Una verdadera sonrisa. Una sonrisa sincera.

Qué sonrisa tan deslumbrante. Lo miro y le doy una sonrisa sincera yo también.

—Por supuesto que si, Nate. Lo que sea con tal de no seguir discutiendo.

—En realidad tú discutes sola, yo soy perfectamente razonable. –dice, y sonríe burlonamente.

—¿Tú crees?

Asiente nuevamente con la cabeza. Para olvidar la conversación me dice algo que me toma muy de sorpresa.

—Dios, eres muy intensa. No has cambiado nada desde la última vez que nos vimos.

¿Qué? ¿Aún lo recuerda?

—¿Aún te acuerdas? –pregunto. La sorpresa se nota en mi tono de voz.

—Nunca te olvidé.

Su respuesta causa que mi corazón dé un brinco.

Nunca te olvidé... Yo tampoco.

—Yo tampoco. –digo sinceramente.

Al escuchar esto detecto por un momento un destello de felicidad cruzar por su hermoso rostro.

Me sonríe abiertamente y me dice.

—Vamos, tenemos que borrar esta semana, y hay alcohol que ingerir.

Ambos nos reímos y salimos nuevamente hacia las piscinas.

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