Epílogo

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Canción recomendada: The Only Exception - Paramore.

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Dos años después...

—El vestido es perfecto. Tú te ves perfecta, Rue. –dice Stella con una sonrisa.

Sonrío también y paso mis manos por mi vestido de ceda en color rosa perla.

—Espero que no sea demasiado. –comento con un poco de inseguridad con respecto a usarlo.

—¿Bromeas? Es una boda, y tú tienes que usarlo. ¿Qué crees que dirá Nate al verte?

Sonrío.

—Él querrá desnudarme, más que cualquier otra cosa.

Stella suelta una risa y sus ojos se achinan cuando lo hace.

—Tienes razón. No puedo creer que esto esté a punto de pasar, estoy muy emocionada. –dice, para luego sonreír.

—Sabíamos que esto ocurriría algún día. Ellos son tal para cual.

Es curioso que Sam haya optado por no tener dama de honor, aunque bien, en realidad sus damas de honor somos Stella y yo, pero ella decidió que nos pongamos el vestido que quisiéramos y no estemos detrás de ella en el altar. Así que aquí estoy, en primera fila con un vestido precioso y esperando a sostener el ramo de la novia. Miro a hacia la hilera de al lado y Stella me sonríe abiertamente, la noto igual de ansiosa que yo.

Cuando la marcha nupcial comienza a sonar, todos nos ponemos de pie y miramos hacia la entrada de la alfombra. Sonrío y siento mis ojos cristalizarse. Ya había visto a Sam cuando le dimos los últimos retoques, pero al carajo, ha quedado preciosa y esa sonrisa en su rostro la hace tan única y especial como el primer día que la vi. Y, sinceramente, no se a quien de los dos mirar más. Nate sostiene su brazo y la trae a lo largo de la alfombra y no puedo evitar mirarlo de arriba a abajo, el esmoquin negro es su fuerte, varias mujeres le echan el ojo a medida que avanza, y no puedo estar tan de acuerdo con esas miradas, él se ve deslumbrante. Y es todo mío.

Cuando llegan al altar, Nate le entrega la mano de Sam a Alex y se acerca a mí, me toma de la mano y de reojo puedo ver como sus ojos se llenan de lágrimas.

Mi Nate...

—Pueden tomar asiento. –dice el reverendo Welsh.

Nate y yo nos sentamos y nuestras manos quedan sobre mi regazo. Él gira su rostro hacia mí y ambos nos regalamos unas sonrisas.

—En el día de hoy nos encontramos aquí reunidos porque este fue el lugar que la señorita Maxwell Samantha y el señor O'Brien Alex eligieron para contraer el sagrado matrimonio.

Me saltaré la parte en la que el reverendo anécdota sobre la historia de amor de Sam y Alex ya que eso es lo que más sabemos los que estamos aquí.

—El amor que Samantha y Alex comparten es un amor digno de durar para toda la vida. –dice Welsh. —El amor tiene un poder inmenso en cada uno de nosotros. Fuimos hechos por amor y para dar amor. Y si no creen en lo que les digo, los invito a recordar la primera vez que se enamoraron. A que recuerden los latidos de su corazón irse por las nubes al pensar en esa persona especial y como el mundo parecía dar vueltas de un lado al otro. –Sonrío cuando Nate presiona suavemente mi mano. —Descubrir esos sentimientos por primera vez y dejarse llevar por ellos. Ese es el verdadero poder, y nos empuja a sentirlo.

Mi mirada choca con la de Nate y él me guiña el ojo. Ambos prestamos atención nuevamente a la ceremonia y es aquí donde comienza la parte aburrida de ella en donde el reverendo comienza a contar como eran las bodas de antes.

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