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El guante negro de Chat acariciaba mi mano

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El guante negro de Chat acariciaba mi mano. Sonreí como boba. No estaba transformada. Era la simple Marinette.

Justo como la vez pasada, nos encontrábamos en el balcón. En mi balcón. Tikki está durmiendo y Chat Noir había venido para desearme buenas noches.

Ahora que tú llegaste, son realmente buenas noches —Él  se sonrojó. Me encantaba que lo hiciera por mi. Me dió un beso en la frente.

Me encantaba que no hubiera interrupciones en nuestra interacción. No habría impedimento para estar junto aunque sea algunos instantes. Era tan feliz por ello.

Pienso igual Princesa —¡Me llamó con ese hermoso apelativo que me puso en mi cumpleaños, al momento de salvarme! Chat siempre fué y es, mi Príncipe azul.

Una lluvia inoportuna apareció de la nada. Chat gruñó un poco. Me reí. A los gatos no les agradaba el agua. Y al parecer, el chico también se incluía en ese grupo.

Cuando me disponía a querer invitarlo a entrar con él a un lugar mas seco, ví a Adrien. Estaba al lado de la puerta de la panaderia. La sombrilla que me regaló, en aquella tormenta, servía como su medio para no ser mojado por las gotas.

Paralizada y algo extrañada, uno porque no entendía porqué aparecía a esas horas en la panadería cerrada y otra porque es posible que vió a Chat, retrocedí unos pasos.

No pude ver su rostro. Pero escuché sollozos. Sollozos intensos. Provenían de él. Al girarme para decirle a Chat que le ayudara, que tal vez era un lamento de auxilio y necesitaba ayuda, ya no estaba allí. Sentado en un techo de una casa, observaba con los ojos felinos opacados a mi amigo.

Su rostro estaba pálido y parecía encerrado en su propio mundo. Tuve miedo, temor.

¡Chat! —grité. No me respondió—. ¡Chat! —volví a repetir. No me importaba que todo París oyera, él parecía estar mal.

Pero, Adrien levantó la mirada y miró hacia mi dirección, hacia el balcón.  Aterrada, vi a esos ojos. Ya no eran verdes. Eran azules. Azules como Chat Blank. El héroe empezó a desvanecerse. Impotente, con imposibilidad de gritar, visualizé su desaparición.

Adrien me seguía mirando. Esos profundos ojos azules. Azules y horrendos. Murmuraba algo mientras se arrodillaba, parecía querer levantar algo.

Luego, empezó a arañar el piso y a gritar como poseído, parecía estar en shock. Me volvió a observar y lanzó la sombrilla.

—Marinette, no... —murmuraba—. ¡Ven! ¡Vuelve conmigo! ¡Por favor! ¡No te vayas con él!

¡Quiero volver a ver tus ojos verdes Adrien! ¡Quiero a Chat de vuelta! —grité en medio de lágrimas, sin comprender porqué lo hacía. Ellas, estaban confundidas con las gotas de la lluvia...

Cambio De Amores ¹      [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora