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Me levanté con un bostezo de los mil demonios. Hoy es viernes. Último día de la semana escolar.
Salí de la cama y comenze a tiritar de frío. Debo ponerme una chaqueta para ir a la escuela, o seré una estatua de hielo que se excibiria en un museo. Algo se movió en mis sábanas.

Tikki.

—¿Mari? —dijo aún más soñolienta la kwuami. De verdad que estaba rompiendo los récords que tenia de levantarme temprano.

—Buenos días Tikki.

—Buenos días. ¿que hora es?

Miré el reloj

—6:57 am.

—Qué bien. Tienes suficiente tiempo para alistarte. Te felicito por levantarte sin la necesidad del despertador.

—Soy Ladybug, ¿recuerdas? Tengo suerte de sobra, querida.

La mariquita sonrió y me abrazó la mejilla.

—El maestro tenía la razón. Eres la correcta.

***

—¿Pensaste en algún lugar para guardar la caja? —preguntó de pronto mientras yo caminaba hacia la escuela.

Rayos. No tuve tiempo de pensar en eso.

—No —repuse apenada—. ¡Pero te prometo que lo buscaré!

—Bien —respondió Tikki ingresando a mi mochila.

Por eso se escondió. Ya había llegado.Visualizé por todo el lugar y pude encontrarme con Adrien, quien estaba sentado con la cabeza gacha.

¿Pero que pasa?

—Adrien —le toqué el hombro y eso hizo que se sobresaltara con si se hubiera pinchado con un clavo.

—Ma–Marinette. Que sorpresa eres... ¡digo! Tu eres la sorpresa... digo, ash... —se golpeó la frente de un modo adorable y me miró avergonzado—. Lo siento. Estoy hecho un lío y no se lo que digo —empezó a reír de un modo exagerado y poco covencible para mi.

Si. Algo pasa.

—¿Qué ocurre? —lo miré preocupada y le sostuve la mano.

—¿Q–Qué dices? No pasa nada y nadie —repuso, dejándome confundida.

¿Cómo que nadie?

—¿Nadie?

—No es lo que quise decir —rectificó para luego murmurar algo inintegible.

 —Ok... Pero me tienes que decir que te pasa, ¿si? ¿O quieres que este precupada por ti toda la clase, haciendo que desapruebe un curso y me jalen? —traté de levantarle los ánimos.

Al parecer funcionó por que sonrió.

—No... —dijo en un susurro.

—¡Ese es mi Adrien! —Lo abrazé rápidamente y él se quedo quieto como un árbol. Un adorable árbol.

Me quité de su encima; o aparecería en los periódicos como la causante de la muerte del modelo, por medio de asfixia.

—Te lo contaré en la salida.

—Esta bien. No lo olvides. Siempre. Siempre me tendrás al lado tuyo; incluso de ir al punto de ahogarte con mis abrazos.

Él sonrió y asintio. Nos levantamos para ir al aula, para las clases.

***

Se rompió otra vez la punta del lápiz. Debí comprarme la otra marca. No pude decir no al vendedor.

Cambio De Amores ¹      [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora