CAPÍTULO 10

803 76 59
                                    

—¡Hola! ¿Qué tal?

—¿Eh? —volteó ese pelirrojo.

—¿Chat?

Agrandé la sonrisa forzada que tenia en la cara.

—Joven. Hermosa damicela —hice una reverencia con las mejillas muy rojas al haberme atrevido a alagarla. Al verla supe que no era el único.

 —Ah... ¿Eres el superheroe Gato?¿al que rechazó Ladybug, no?

Apreté los dientes y me dieron ganas de lanzarlo al vacío o mejor... Desde la punta de un rascacielo.

—¡Nath! No digas eso —se dirigió a mi—. Lo siento.

No te preocupes. A ti te disculpo todo. Pero a este tonto no

—¿Que? Él interrumpió y apareció sin ser llamado.

Lo mato

—Basta. No seas así de grosero. No me agrada.

—Lo siento... —Ante su disculpa ella se cruzó de brazos. Adoro que me proteja así. Me dirigió una mirada suplicante. Entendí su indirecta.

—Entendido... —le guiñé el ojo y al instante se ruborizó. Podría competir con mis roborizaciones de leyenda.

Sin que el famélico acompañante pudiera evitarlo, atrapé a mi crush en mis brazos y con el bastón, nos elevamos por los aires. Teñimos, con nuestro aferro mutuo; de carmesí nuestras mejillas, mentones e incluso, orejas. 

Mi corazón bombeaba como un tambor en un carnaval en  Río de Janeiro... y me sentía feliz... muy feliz.

La deposité suavemente en el suelo de su balcón, en el que yo me recargaba en el ¿apoyamanos?

—Muchísimas gracias.

—De nada, Princesa —respondí con una sonrisa.

—Y... ¿Cómo te fue hoy?

—Pues excelente.

Desde que estuve contigo.

Estabas más celoso...

—Cállate —murmuré enojado hacia mi subconsciente. Ya se esta enpezando a activarse.

—¿Qué?

—N–Nada. Una pregunta —traté de sacar otro tema. Aunque admitiré que eso me zumbaba a cada instante en mi cerebro—: Si no querías ir con él ¿por que aceptaste?

—Es que.... L–La ra–razon es... —tartamudeó. Era tierna.
Mi anillo empezó a sonar, dandome la idea de que el glotón kwuami esta cansado .

Ay... ¿por que ahora?

—Me tengo que retirar. Con pena, claro.

—Si...¡digo! Normal.

—Adiós —me despedí, sintiendo deseos de abrazarla.

—Qué te veas bien.... ¡quiero decir!... que fueras a pie... ¡no!... Adiós.

Estaba balbuseando como lo hacía conmigo. ¿Podría... gustarle Chat noir?

Me estiré sobre toda mi cama. Solté el suspiro que ya quería dejar ir.


—Oh no. Peligro: rubio oxigenado enamorado

—Plagga, si eres...

Detuve mi pequeña conversación con ese molestoso ya que un individuo ingresó a mi parte de la casa. Fijé mi vista e instantáneamente rodé los ojos y giré mi cabeza para no mirarlo. Era Gabriel Agreste. Mi padre

Cambio De Amores ¹      [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora