Bajo el cielo estrellado

Capítulo 14- No significa nada

—Rebeca...—Me llamó Claudia sacándome de mi ensimismamiento.— ¿Cómo estás? No había tenido la oportunidad de preguntarte.

Relajé mis músculos en la comodidad de mi cama; a mi izquierda tenía a Ali recostada boca abajo; Clau como siempre acostumbraba estaba sentada en la silla de mi escritorio; y Maya se encontraba sentada en un pequeño sillón rosado que tenía en mi habitación, algo cohibida.

Suspiré y sonreí débil.
—Estoy bien, creo. En los días no suelo pensar en eso; pero cuando estoy por dormir es cuando lo recuerdo y aveces tengo pesadillas...—No pude terminar de hablar porque la rubia me interrumpió.

—Mejor no hables de eso; es deprimente y no creo que estés lista para hablarlo.

Maya la miró con incredulidad y Claudia con enojo.

—¡Alison!— La reprendió la castaña y Alison la miró sin comprender.

—¿Qué? Me deprime escuchar a Rebeca hablar de algo que no está lista; aparte no creo que ella quiera hablar de eso, estoy segura de que es lo último que quiere hacer.

Ali tenía razón, quizás no estaba lista para hablarlo; además de que ya lo había hecho con Maya, tal vez lo mejor fuera olvidar.

—Tiene razón Alison.— Concordé.

—Si tú lo dices.— Respondió la morena.

—De acuerdo, cambiando de tema; ¿ubican a Millie?

Las tres asentimos, yo la conocía porque era amiga de mis hermanos; mis otras amigas la ubicaban por ser una de las personas com mejor promedio de su generación, además de ser de las pocas rubias naturales que había en nuestro colegio.

—No me agrada. Hay veces en las que siento que tiene algo en contra mía; primero con Alex, ella hacía que se ilusionara causando que no me volteara a ver. Y cuando empecé a tener algo con Jonathan, resultó que Millie era su amiga.— Se quejó Alison.

Yo la miré extrañada; ¿en serio prefirió hablar de ella en lugar de lo que me pasó?

—Ali primero que nada, Millie nunca hizo que Alex se ilusionara, él se hacía ilusiones solo.— Aclaré.— Segundo, ella es novia de Andrés desde hace un año; tercero, siempre ha sido amiga de Jonathan, él nunca se fijaría en ella porque es la novia de uno de sus mejores amigos, además de que su gemelo está obsesionado con ella.

La rubia me miró molesta por no opinar igual que ella.

☆☆☆

Después de un buen rato de escuchar a Alison quejarse sobre la existencia de Millie; decidimos ir a la cocina a buscar algo de comer. Estábamos a punto de entrar cuando notamos que Emma y Leo estaba ahí, aparentemente discutiendo y sin percatarse de nuestra presencia. Mis tres amigas se escondieron detrás de la pared y me arrastraron con ellas para escuchar la conversación; sabía que esto estaba mal, mi experiencia e intuición me gritaban que no me gustaría nada lo que estaba a punto de escuchar.

—Estoy hablando en serio, Leo.— Advirtió Emma.— la vez pasada también evadiste mis preguntas sobre mi hermana, ahora responde.

Maya y Claudia me miraron con la interrogación impresa en el rostro; Alison por su parte estaba demasiado concentrada intentando escuchar.

—No entiendo porqué te importa tanto. Sí, me viste irme con Rebeca la otra vez; pero Millie nos acompañaba. Y sobre lo de la terraza, sólo la estaba ayudando.— Explicó él.

No entendía porqué le importaba tanto a mi hermana.

—No soy estúpida, tú no ayudas a la gente a menos que te importen o tengas dobles intenciones. Dime qué tienes con mi hermana.— a cada palabra que decía Emma se acercaba más a Leo causando que mi ceño se frunciera.

Él sonrió sarcásticamente.
—Que feo que pienses así de mí. Tienes razón, tu hermana no significa nada, pero también te equivocas, sí quería ayudarla; la primera vez fue porque tu hermano me lo pidió, y la segunda fue porque estaba escondiéndome de Millie y necesitaba quedarme en la terraza; Rebeca estaba ahí llorando, no podía quedarme ahí si la iba a ignorar.

Me alejé del lugar seguida por mis amigas. No entendía la relación entre Emma y Leo; tampoco comprendía por qué todos los chicos que me llegaban a gustar tenían que sentirse atraídos por ella, porque era bastante evidente que había algo entre Emma y Leo. Me sentía humillada; sabía que no tenía porqué sentirme así, no había razones para haberme hecho ilusiones; yo sabía cómo era Leo, no debí sentirme diferente por el hecho de que cambió su trato hacia mí, quizás sólo había dejado de desagradarle. Dos cosas tenía claras, dejaría de escuchar pláticas ajenas y superaría a Leo.

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