Bajo el cielo estrellado

Capítulo 20- Adiós Beca

No estaba bien, y no había razón para estarlo. Estar con mis amigas era sin duda una muy buena distracción, ellas me sacaban todos los problemas de la mente; pero cuando llegaba a casa y me encerraba en mi habitación, todo se derrumbaba, podía sentir el vacío permanente dentro de mi que sólo lograba ignorar cuando estaba rodeada de personas. Por tantos años poco me importaba el tener una familia; no le daba la importancia que debía y aunque nunca lo admitiría en voz alta, me daba igual si estaba lejos de ella o no. Pero ahora todo era diferente, había vivido una mentira por años; mi mamá no era mi mamá, sino la esposa de mi difunto padre, mis hermanos sólo eran mis hermanastros y mis hermanas...ellas eran la única familia que tenía viva. Me sentía tan sola estando cerca de ellos, no encajaba, sabía que a nadie  le importaría si estaba aquí o no; no le interesaba a nadie, Jonathan me arriesgó al tratar de deshacerse de mí porque su madre lo regañaría si se enteraba por lo que pasé; mis hermanas realmente nunca fueron cercanas a mí, y a Emma no le importaba lo que pudiera sentir por Leo; ni siquiera entendía la relación que tenían esos dos, pero a decir verdad ya estaba tan cansada de ese tema que ni siquiera quería pensar en él. Me sentía tan casada emocionalmente, por lo que acepté una cita más con un conocido de Maya; no estaba ilusionada y a ese chico no lo conocía, pero eso no importaba, él sería una distracción perfecta.

Al terminar de arreglarme me dirigí a la salida de mi casa para subir al auto de mi madre y que ella me llevara a mi cita; al atravesar la sala noté como estaban algunos desconocidos presentes y recordé que mis hermanastros harían una fiesta ese día, el pensar en que era posible que Leo estuviera  presente me hizo preferir por un instante cancelar mi cita y quedarme para pasar tiempo con él, sin embargo no lo hice.

El camino en el coche acompañada de mi madre fue silencioso. Las cosas han estado tensas entre nosotras desde el día en el que me enteré que ella era mi madrastra; sabía que no la estaba pasando bien con la forma en la que la estaba tratando, pero no lo estaba haciendo a propósito, sólo era algo que no podía evitar, ya no me sentía cómoda con ella.

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No tenía un reloj cerca, y no podía mirar la hora en mi celular; pero aunque no supiera cuánto tiempo llevaba en la cita con Manuel seguro podría decir que más de treinta minutos. Media hora había pasado y ya me quería largar de aquí; pero no podía hacerlo, si regresaba a casa en este momento, Leo sabría que mi cita no funcionó y no quiero que él supiera lo difícil que es sacarlo de mi cabeza. Y era aún más difícil el olvidarlo estando en el mismo lugar donde me lo encontré en mi cita pasada.

—El otro día te ví con Andrés, ¿son amigos o algo?— Preguntó Manuel; sin poder evitarlo hice una mueca de asco al imaginar ser amiga de ese neandertal. Dios, no; ya me daba suficiente vergüenza el pensar en que alguna vez me gustó ese idiota.

Haciendo a un lado a Andrés en mis pensamientos; no entendía porqué el chico que me acompañaba me preguntaba por esto, según creía él ni siquiera sabía quien era yo hasta que Maya nos arregló la cita.

—Creí que no sabías quien era.

Manuel sonrió antes de responder.

—Claro que sabía quien eras, la verdad me has gustado desde el semestre pasado.

De acuerdo, esto se tornaba raro e incómodo. No me agradaba para nada la idea de salir con un posible acosador del que ni siquiera sabía de su existencia antes de hoy. Con paranoia miré a mi alrededor buscando alguna salida por si era necesario huir; aunque quizás no lo necesitara ya que el lugar estaba repleto de gente, pero nunca se sabe.

—Oh.— Era todo lo que fui capaz de replicar y dos segundos después contesté su pregunta.— La verdad Andrés no me agrada mucho, la mayoría de las veces trato de tener el menor contacto posible con él; si lo conozco es porque es amigo de mi hermano.