XIII

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El alba se acercaba mientras Jimin veía con expresión de enojo, o más bien de ira a Yoongi, quien estaba tirado en el suelo, casi muerto, pero era un demonio, no cedería fácilmente, no iba a morir, al menos no sin haber cumplido antes con su cometido; intentó apoyarse en sus brazos para sentarse, pero la fuerza le fallaba, sin embargo pudo reunir suficiente como para poder apoyarse en la pared y sentarse mirando a su atacante.

- Yo nunca... me voy a ir contigo. –susurró Yoongi, intentando auto-sanar sus heridas.- jamás podría amar... a alguien como tú... tú no eres mi Jimin... él jamás sería capaz... de hacerme daño... él no heriría a nadie... mi lindo Jimin es... el alma más tierna, amable y gentil... que yo haya conocido... el más inocente... el más puro... por eso lo amo... por eso nunca... nunca voy a amarte, así que si quieres... mátame... pero él volverá y tomará el control de su cuerpo.

- ¿inocente? ¿puro? –murmuró Jimin, carcajeándose de sus palabras.- tú acabaste con su inocencia y su pureza, así que no me vengas con eso.

- No... yo no... aunque yo tuve sexo con él... él seguía siendo inocente... inocente de toda maldad... él no es como tú... tú eres un monstruo... no puedes llamarte ángel o demonio, simplemente monstruo.

El rubio guardó silencio por un momento, pero volvió a reír.

- Qué bueno que pienses eso de él, así le quedará claro que no lo amas como dices.

- Te equivocas. –sonrió ladino, frunciendo el ceño, sus heridas dejaban de sangrar.- no pienso eso de él... lo pienso de ti. No te compares... él es mucho mejor.

Volviendo a ser dominado por la cólera, Jimin iba a volver a atacarlo, pero se detuvo, escuchando un grito en su cabeza.

- ¡no lo lastimes! –gritó el pequeño ángel.- no voy a permitir que sigas haciendo daño.

Yoongi lo quedó mirando, algo confundido, notando cómo algunas lágrimas brotaban de los ojos del menor, bajando su mano que lo amenazaba.

- ¿Jimin? –susurró Yoongi.-

Estuvo estático por unos segundos, no se movía ni reaccionaba, más bien parecía haberse perdido en su mente, de hecho allí había una batalla por el control de aquel cuerpo; cuando hubo un ganador éste volvió a poseer dicho cuerpo, dando unos pasos para acercarse a Yoongi.

- Perdóname. –susurró entre sollozos.- perdóname...

- Volviste... -murmuró el mayor, sonriendo.-

El rubio asintió, cayendo de rodillas frente a él mientras lloraba, extendiendo sus manos hacia su cuerpo lastimado para curar sus heridas. Yoongi iba a decir algo, pero no lo hizo, tan solo sintió cómo todos los golpes que había recibido se desvanecían hasta que el menor cayó desmayado en el suelo, entonces lo tomó en sus brazos y besó su frente, viendo cómo sus labios volvían a su tono rosado que tanto amaba y aquellos colmillos desaparecían, pero lo demás seguía presente, pero decidió no darle demasiada importancia y emprendió el vuelo para llevarlo de vuelta a casa, luego de buscar a los demás.

Mientras Jin se encargaba de restaurar algo de su energía, Yoongi lo veía sentado del otro lado de la cama, al lado de Jimin.

- ¿sigue ahí? –susurró el mayor.-

- Sí, pero parece que su lado angelical está tratando de aplacar al demonio. –dijo Jin.- solo él puede hacerlo, si lo logra podrá tomar el control total de su cuerpo y sus poderes, pero sin la maldad del monstruo que se aloja en él.

- Pero es tu culpa, si no lo hubieses aislado... –dijo Yoongi.-

- Si no hubiese hecho eso él estaría muerto.

Las dos caras del paraíso || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora