XXI

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La fría brisa de la noche entraba por la puerta abierta del balcón, haciendo que las cortinas blancas revolotearan, dejando ver por un breve y fugaz instante las ropas tiradas en el piso, esparcidas por toda la habitación que era iluminada por una lámpara al lado de la cama; un sonrojado Jimin giró un poco su cabeza para ver al hombre que se inclinaba sobre él, mientras le daba la espalda, juntando sus piernas que eran rodeadas por las del mayor, que dejó sus manos sobre la cama para apoyarse y así penetrar suavemente la entrada del menor con su duro miembro que ansiaba sentir sus estrechas paredes apretándolo; el rubio apretó con sus manos la almohada sobre la cual se apoyaba y abrió su boca, dejando salir un gemido, echando levemente su cabeza hacia atrás a medida que sentía que el miembro de su amante entraba por completo en él.

Yoongi jadeaba de manera ronca, sintiendo tanto placer que casi eyaculó apenas lo metió; se inclinó un poco más y dejó un suave beso sobre el hombro de Jimin, para comenzar a mover sus caderas, dando estocadas lentas, pero profundas, haciendo que éste enterrara su rostro colorado en la almohada, ahogando sus gemidos que salían sin control.

- Es... muy profundo. –murmuró Jimin, entre gemidos.-

- Te gusta así ¿no? –contestó Yoongi, con una sonrisa ladina antes de dar una fuerte embestida.-

El menor volvió a gemir fuertemente, aferrándose a aquella almohada como si su vida dependiera de ello, sintiendo cómo cada una de las embestidas que recibía golpeaban su próstata causándole un enorme dolor y placer a la vez, algo que aún no entendía, no era capaz de comprender cómo aquel dolor podía convertirse tan fácilmente en placer, pero no le importaba, lo estaba disfrutando.

Jimin se apoyó en sus brazos, sintiendo algunas gotas de sudor de parte de su amante caer en su espalda, apretando con fuerza las sábanas de la cama debido a las embestidas que recibía, mordía su labio inferior en un inútil intento de silenciarse, volviendo a arquear su espalda cuando eyaculó manchando las sábanas y mientras intentaba recuperar el aliento pudo sentir aquel cálido liquido blanquecino llenar su interior, escuchando un ronco gemido del peli-negro, quien sonrió, besando la espalda de su menor, para después soltarlo y recostarse en la cama, pegándolo a su cuerpo.

- ¿estás cansado? –preguntó Yoongi.-

El menor asintió, con su respiración agitada, rodeándolo con sus brazos.

- ¿tú no? –susurró Jimin.-

- Yo podría hacértelo una y otra vez sin descanso. –dijo Yoongi, sonriendo ladino.- pero necesitamos descansar, además de seguro vendrán en un rato a buscarnos para cenar.

- No lo creo. –dijo el menor.- papá estaba muy ocupado con Namjoon en su habitación.

No tan sorprendido, pero curioso, Yoongi volvió a ver al rubio.

- ¿sí? ¿y cómo estás tan seguro de eso?

- Bueno, digamos que no se molestan en ser discretos. –contestó el menor, riendo levemente.- papá grita mucho.

Yoongi también rió y negó con su cabeza, abrazando a su amado pequeño, cubriéndose con las sábanas.

Al día siguiente, llegada la tarde Jin se sentó a un lado de su hijo, sonriendo mientras sacaba otro de sus catálogos, mostrándole algunos postres.

- Elige el pastel que quieras, yo lo prepararé para la boda. –dijo Jin, con una sonrisa.-

Jimin sonrió entusiasmado y asintió, tomando la revista para ojearla un poco, en busca del pastel perfecto para su gran día especial; antes de que pudiera decidir, escucharon que alguien tocó la puerta, lo que se les hizo extraño, ya que nadie los visitaba, así que Jin se levantó y se aproximó a la entrada, abriendo para ver de quién se trataba, encontrándose con un sonriente castaño que sostenía un ramo de flores en sus manos.

Las dos caras del paraíso || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora