XXVIII

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Bajo la mirada de aquellos ojos azules que todo lo veían, Jin estiró sus brazos, dejando a su asustada hija detrás de él mientras miraba con enojo y temor a la vez a aquel visitante.

- Quédate detrás de mí. –dijo Jin, frunciendo levemente el ceño.-

El cuerpo de la menor temblaba levemente, podía sentir una fuerte presión que le hacía temer de la presencia del arcángel frente a él, quien los veía a ambos con una expresión serena, sin mover un músculo.

- Vengo a hablar pacíficamente. –dijo el rey.- te agradeceré que bajes la guardia y tu hostilidad.

- Mientes... vienes a matarnos... -dijo Jin.-

- Si hubiese venido a eso, ya estarían muertos. –puso sus pies sobre el suelo.- mi deseo nunca ha sido matar a mi creación, ustedes son mis hijos, todos los ángeles lo son.

Pero Jin seguía mirándolo con enojo y defendiendo a Jimin.

- ¿y los ángeles caídos?

Sin contestar a su pregunta, Miguel mantuvo su expresión serena, observando con atención a la chica que se escondía detrás del ángel pecador.

- ¿ella es el híbrido del que me hablaron? –dijo el rey.- puedo sentir su presencia tanto demoníaca como angelical... una mezcla de amabas razas para mí es una abominación. ¿es tu hija? Sé que tú también has pecado y no has sido juzgado, por lo tanto ambos son ángeles pecadores.

- ¿eso es todo lo que querías decir? –respondió Jin.- ¿para qué necesitas respuestas de algo que ya sabes?

Nuevamente el arcángel llevó su mirada al rubio que le hablaba con aquel tono desafiante y soltó una leve risa.

- Acércate, mestiza. –ordenó Miguel.-

Ella asomaba su mirada sobre el hombro de aquel padre protector, con temor tanto de obedecer, como de desobedecer esa orden.

- Mi nombre es Jimin. –murmuró ella, sin moverse de su lugar.- estoy bien aquí.

- No te haré daño.

- No le creas. –interrumpió Jin.- solo quiere atraerte a él.

- Qué mal concepto tienes de mí, hijo mío. –esbozó una suave sonrisa.- yo no soy tan malo como ustedes creen, simplemente hago cumplir las reglas.

- Reglas que tú mismo pusiste. –Jin seguía sin moverse.-

- Un mundo sin reglas es un mundo reinado por la anarquía. –miró el sillón y se sentó.- así como lo es éste. Pero como ya dije, vengo en son de paz.

- ¿cómo podemos creerte? Has mandado a varios de tus soldados a aniquilarnos.

- No, los envié a buscarlos, necesitan pagar por los pecados que cometieron. –volvió a ver a Jimin.- vamos, no me temas, acércate.

De reojo Jin vio a su hija salir tímidamente de su escondite, dejando sorprendido a su rey al ver su abultado vientre apenas notorio a simple vista.

- Veo que el pecado se extendió. –dijo Miguel.- te llamas Jimin ¿no es así?

Sin decir nada, el menor asintió, arreglando un poco su camisa.

- Dame una muestra de tu poder. –dijo el rey.-

- ¿para qué? –dijo Jimin.-

- Es una trampa. –Jin tomó su mano.- no le creas, él no es una buena persona.

- ¿por qué crees eso de mí? –el mayor se levantó.- ustedes, los ángeles, mis hijos, no fueron creados para sucumbir a los placeres mundanos, el deseo carnal está estrictamente prohibido y así seguirá, así que solo tienen dos opciones: acostumbrarse a vivir así, o aceptar el castigo por desobedecer las reglas, no puedes llamarte ángel si no eres santo y al caer en el deseo esa santidad se pierde, así que, si no quieres vivir como un verdadero ángel, entonces te daré la oportunidad de vivir como lo deseas, pero sin llevar el nombre de ángel.

Las dos caras del paraíso || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora