El paraíso está dividido en dos partes: en el hermoso jardín vivían los ángeles, seres creados a semejanza de su rey, mientras que del otro lado se encuentran los suburbios, la enorme cuidad de los demonios y ángeles caídos que eran enviados allí a...
Con la oscuridad de la noche llegaron también padre e hijo cansados después de un largo día de trabajo, llevándose una sorpresa al encontrar a sus respectivas parejas con sus alas negras expuestas, pero sin la aureola que brillaba sobre sus cabezas.
- ¿qué pasó aquí? –dijo Namjoon, confundido.-
- ¿por qué lucen como ángeles caídos? –dijo Yoongi.-
- Porque lo somos. –contestó Jimin.- hemos recibido nuestro castigo por los pecados que cometimos.
- ¿qué? Pero ¿cómo? –el peli-negro se acercó a su esposa, tomando sus manos.- ¿fueron al paraíso? ¿por qué no nos dijeron nada? Saben que corren peligro en ése lugar.
- Explíquennos cómo pasó. –dijo Namjoon.-
- Está bien, no fuimos allá. –Jimin soltó un leve suspiro.- el rey Miguel vino personalmente.
Al escuchar esto los otros dos se sorprendieron aún más, Namjoon se acercó súbitamente a Jin y colocó su mano sobre su mejilla, aún más preocupado que antes.
- ¿estás bien? ¿no les hizo daño? –dijo el castaño.-
- ¿por qué no nos llamaron? Corrían peligro, solos aquí con él. –dijo Yoongi, de la misma manera.-
Jimin esbozó una leve sonrisa, mirando a los negros ojos de su amado.
- No hay problema, no tienen de qué preocuparse. –dijo la menor.- todo se arregló, nos dejarán en paz.
- ¿a qué precio? –preguntó Namjoon.-
- Él solo quería castigarnos y asegurarse de que Jimin no se fuera en su contra. –murmuró Jin.-
- Hicimos un trato, nos desterró del paraíso y nos condenó a vivir aquí a cambio de mutua paz. –Jimin entrelazó sus dedos con los de Yoongi.- así que estaremos bien, ya no tenemos que preocuparnos porque nos busquen.
Mirándolo con una mueca de confusión y algo de disgusto, Yoongi soltó un suspiro y rodeó con sus brazos el cuerpo de su esposa, pegándola a su pecho.
- ¿qué habría pasado si las cosas no hubiesen resultado así? –susurró Yoongi.-
- Estaría muerta. –dijo Jimin.- pero no pasó.
- Te arriesgaste junto a nuestro hijo. –murmuró el peli-negro.- pero tuviste buenas razones... sin embargo aún temo perderte.
- No me perderás. –la menor cerró sus ojos, aun sonriendo.-
Estaban más preocupados que enojados, pero olvidaron rápidamente el tema y luego de cenar juntos Yoongi y Jimin volvieron a su casa; el mayor se quitó su saco y lo tiró sobre la cama, aflojando su corbata mientras veía a Jimin desvestirse dándole la espalda, sonrió levemente y se acercó a ella, dejando un beso en su hombro desnudo.
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