Mi corazón saltó de la emoción cuando estuvimos frente al lugar donde John solía hacerse sus tatuajes. Aquel local estaba situado en una calle bastante concurrida de Liverpool y tenía una bonita y llamativa fachada, con luces neón que de seguro resultaban mejor en la noche.
Estaban a exhibición distintos piercings para varias partes del cuerpo, máquinas de perforación, máquinas para tatuar, cremas hidratantes y demás artículos relacionados con eso. Posé mi vista sobre una de las cremas porque John la señaló con su dedo índice.
—Esta es la que yo uso. Y es muy buena —me recomendó—. Las otras me dan piquiña.
Lo miré con una sonrisa plasmada en los labios que denotaban solo un sentimiento: emoción. John también esbozó una sonrisita de lado.
Él se había colocado una camiseta negra muy sencilla y algo ajustada, pantalón de mezclilla y zapatos deportivos blancos. Bajo su brazo aguadaba el casco negro de su motocicleta.
—Te buscaré a una persona para que te haga el tatuaje que quieres —dijo—. Conozco uno que es experto haciendo letras. De hecho, el me tatuó la frase que tengo en el pecho, y lo hizo muy bien. Mientras te pones de acuerdo con él, yo iré hacerme el mío. Cuando terminemos y salgamos de aquí, te lo muestro, ¿sí?
Un semblante alegre se apoderó de mi rostro cuando escuché aquello. Inmediatamente asentí, sintiendo mi corazón palpitar ferozmente ante la situación que estaba viviendo.
Y llevando mis manos a los bolsillos de mi sudadera vinotinto, John y yo nos adentramos al local. Mis ojos contemplaron el inmenso interior, que era de paredes blancas con luces LED que adornaban las esquinas y unas fotografías de tatuajes.
Nos detuvimos en el mostrador, donde había una mujer cuarentona que tenía tatuajes del cuello hasta, seguramente, los dedos de los pies. Además de eso tenía incontables perforaciones en sus dos orejas y nariz. Me había causado un poquito de miedo.
John conversó con ella durante breves segundos, mientras que mi mirada recorría los cubículos separados por cortinas donde realizaban los tatuajes. Muy en privado, cosa que me agradó por completo.
—... De acuerdo, gracias. —John se despidió de ella con una amable sonrisa, y de inmediato se dirigió hacia mí—. Ven, sígueme.
Caminó hasta la cortina de la esquina, y se adentró, apartando de nuestros cuerpos aquel trozo de tela negro que tenía reflejos neón. Ahí se encontraba una camilla lo suficientemente cómoda, y un tipo alto, delgado, de cabellos castaños y ojos hundidos que también estaba tatuado y que vestía un franelilla y una bermuda. Yacía limpiando y desinfectando las cosas que solía usar para hacer tatuajes.
—Hey, Billie... —John se sonrió cuando lo vio, y este rápidamente fue hacia él para darle una palmadita en el hombro.
—¿¡Cómo estás, John!? —le preguntó con emoción e ignorándome por completo—. Qué bueno volver a verte.
—Uh, genial —carcajeó—. Aprovechando mis días libres, ya sabes...
—¡Sí! Leí sobre tu nuevo libro. Ya la próxima semana comienza a salir. Felicidades.
—Gracias, grac...
—¿Vienes hacerte un tatuaje, no? —lo interrumpió—. ¡Te lo dejo gratis!
—Gracias, Billie —sonrió—, pero no es un tatuaje para mí... Este chico quiere hacerse uno.
Fue entonces que se dignó a mirarme, como si no le agradara en lo absoluto tener que tatuar mi piel y no la de John.
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A Little Trace of Innocence ➳ McLennon
FanfictionPaul es un joven universitario que se enamora perdidamente de su profesor de literatura y de su hermano gemelo. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación), su tratamiento informático...