Capítulo XXVI

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   Quedé helado, congelado, pasmado, sin ser capaz de formular y articular una sola palabra. John permanecía mirándome, esperando una respuesta favorable de mi parte.

   —¿Y? —me preguntó, al notar que yo no tenía planes de contestar—. ¿No te gusta la idea o qué?

   En realidad sí me gustaba. Me había parecido muy lindo de su parte que me tomara como alguien tan importante como para querer tener una relación seria, y que, por supuesto, hubiera terminado la relación con May.

   Había terminado con May por mí, y eso me llenaba de alegría y de un poco de ego.

   Pero había un "pequeño" problema: Winston. Estaba con él. Había comenzado algo con él, y parecía estar extremadamente entusiasmado, al igual que yo.

   —Sí, John... —le dije, todavía sorprendido y sin lograr encontrar las palabras exactas—. Es que... Lo que sucede es que...

   —¿Qué?

   —¡John, todavía soy menor de edad! —atiné—. ¡Y mis padres no lo verían muy bien!

   El mencionado se tornó pensativo, como si estuviera analizando lo que yo le había dicho. Apretó sus labios, al tiempo que posaba su mirada sobre la nada. Finalmente, soltó un suspiro y se dignó a verme.

   —Tienes razón.

   Una sensación de alivio volvió a mí. John hizo una mueca de frustración, y esbozó una sonrisa de lado mientras se disponía a acariciarme el mentón con suavidad. Di un sorbo grande de limonada.

   Me dio un beso en la mejilla, y después envolvió mi cuerpo en un cálido abrazo. Abandonando el vaso que tenía en manos,me apresuré a corresponderle. Luego nos dimos unos besitos cortos en los labios.

   —¿Tienes muchas cosas que hacer hoy? —formuló su pregunta con un tono de voz pausado, al tiempo que sus manos recorrían mi espalda y llegaban hasta mis glúteos—. Porque yo puedo ayudarte con una cosita...

   Y entonces me nalgueó, causándome un placentero escalofrío en el cuerpo.

   En ese momento John volvió a unir sus labios con los míos para darle larga a un radiante beso; en medio del mismo, cuando nuestras lenguas jugueteaban al compás, deslicé mi mano por debajo de su camiseta negra hasta lograr tocar su abdomen. El contacto de nuestras pieles logró estremecerme de pies a cabeza.

   Nos separamos por la falta de aire, pero en seguida volvimos a unirnos en un beso mucho más intenso que el anterior. Mis manos se enredaron en su cuello, logrando acercar aún más su rostro hacia el mío y que el beso resultara más auténtico.

   Cuando nos separamos, él se lamió los labios.

   —Creí que ibas a alegrarte cuando te dijera que había terminado con May.

   —¡Sí me alegré! —me apresuré a decirle, envolviendo su torso con mis brazos—. Y de verdad me siento feliz de que hubieras hecho eso... Es sólo que siento que todavía no es el momento para decirle a mis padres acerca de nosotros...

   —Lo sé, lo sé —él me acarició el cabello, y sin dejar de verme, dijo—: Vamos a esperar un poquito más..., ¿sí?

   Asentí, colocándome en cuclillas y volviéndole a dar otro besito en los labios.

   —¿Y qué dijo May cuando terminaste con ella? —formulé mi pregunta henchido de la alegría—. ¿Cómo le dijiste?

   —No se molestó, solo se entristeció... Y... le dije que no podíamos seguir, que necesitábamos un tiempo. Según ella estábamos en el mejor punto de nuestra relación, y fue por eso que se asombró mucho; May no se esperaba eso de mí. Lloró mucho...

A Little Trace of Innocence ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora