Capítulo XIII

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   —¿El otro sá-sábado?

   Lo que hizo antes de responderme me dejó sin aliento: soltó los primeros tres botones de su camisa blanca, dejando visible el comienzo de sus tatuajes en aquella zona. Acto seguido deslizó su lengua por sus labios.

   —Sí, Paul —contestó por fin, luego de causarme extraños y muy placenteros cosquilleos en el cuerpo—. El sábado. ¿Qué? ¿No puedes? ¿Estás ocupado ese día?

   —No, no, no... No estaré ocupado, y si lo estuviera, dejaría todo para ir.

   Se sonrió un poco.

   —De acuerdo. Te pasaré buscando a tu casa a las dos de la tarde, ¿puedes a esa hora o prefieres que sea en la mañana?

   —Uhm, prefiero que sea en la mañana —le dije, uniendo mis manos delante de mi cuerpo—. Es que mis padres van a tener una pequeña fiesta que será a partir de las tres de la tarde...

   —Bueno, ¿entonces a qué hora quieres que pase por ti? Tengo todo el día disponible.

   —En horas de la mañana —contesté—. Ehm..., ¿a las diez?

   —De acuerdo. A las diez.

   —Bien...

   Puso nuevamente la vista en los trabajos que estaba corrigiendo, dando por terminada la conversación. Me di la vuelta para dirigirme a mi asiento y sentarme muy cómodamente en la silla, para después girarme y mirar a George.

  —¿¡Qué te dijo!? ¡Dime, dime, dime, dime, dime!

  Miré feo a George, haciéndolo reír a carcajadas; se cubrió la boca para amortiguar en sonido tan estruendosa que producía cada vez que se reía.

   —Sólo me dijo que fuera a ver los gatitos... —hablé en voz baja para evitar que Klaus escuchara—. Y ya.

   —¿¡CUÁNDO!? —espetó—. ¿¡HOY!?

   —No... El sábado...

   Cuando escuché la puerta abrirse, George y yo giramos nuestros rostros en dirección a ella. Astrid se adentró al salón y encaminó sus piernas hacia el asiento que estaba al lado de Klaus; ahí se sentó antes de saludarlo con un beso en la mejilla.

   Aparté la vista rápidamente y miré a mi amigo con un semblante neutro y un mohín en los labios.

   —Qué tontos.

   "Deberíamos empezar las correcciones de una vez", John habló.

   Rápidamente di por terminada la conversación con George, y me giré en mi asiento para poder verlo. John tenía una pluma en sus manos y miraba atentamente a los alumnos que llenaban el salón. Luego su mirada se posó sobre Klaus.

   —Tú —le dijo—. Ven acá y muéstrame el capítulo de tu historia. —Se dirigió a la clase—. Los demás pueden hablar u hacer cualquier cosa, pero en voz baja. ¿De acuerdo?

   Klaus se levantó de su asiento, acomodando su bléiser para luego tomar el grupo de hojas que conformaban su primer capítulo y se dirigió hacia el escritorio del profesor. Arrastró una silla desocupada que yacía en la esquina y la colocó al lado de él para sentarse.

   Giré mi rostro para mirar nuevamente a George.

   —¿Te imaginas que esté todo mal?

   Se reprimió una risa.

   —Qué malo eres... ¡Pero sería estupendo!

   —Bueno, ya. Cambiando de tema... ¿De qué trata tu historia? ¿Sobre Pattie y tú?

A Little Trace of Innocence ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora