El besar de Winston era lento, suave, para nada intenso y exageradamente envolvente. Sentí un agradable cosquilleo en el cuerpo cuando sus manos recorrieron mis hombros; segundos después, nos separamos.
Lo miré con sorpresa y él me sonrió de lado, al tiempo que me acariciaba el mentón.
—¿Q-Qué hiciste? —formulé la misma pregunta que él me había hecho el día anterior, y aquello lo hizo carcajear—. No, en serio, Winston... ¿Qué hiciste?
—Te besé.
Woooooahhhh, pensé. ¿En serio? ¡No me había dado cuenta!
—Sé me besaste —le dije—. Pero...
Entonces pensé en cuan afortunado era al tener la atención de los dos gemelos. Un hormigueó invadió mi estómago.
—Winston —lo miré directamente a los ojos—, ¿tienes idea lo que acabas de hacer?
—Hice lo mismo que tú —tocó la punta de mi nariz, luego me apretó un cachetito—. No pude resistirme. Lo siento... ¿Te incomodó?
—¡NO, NO! —me apresuré a decir—. Para nada, no me incomodó, es solo que... que no pensé que fueras hacerlo porque me dijiste que no lo hiciera más y que ibas a olvidarlo.
Él subió las mangas de su suéter gris a la altura de sus codos, dejando ver sus brazos lampiños que acompañaban una tez pálida. Alzando sus dos cejas, soltó un ligero suspiro de resignación.
—Ese es el problema: no lo olvidé.
El rubor recorrió mis mejillas y unas ganas feroces de abrazarlo y besarlo me consumieron. No pude guardarla sonrisa que se marcó en mis labios.
—¿No lo olvidaste?
—No —contestó—. De ida a Doncaster estuve pensado en ti y en el beso, y además fue muy incómodo estar frente a tus padres sabiendo lo que habías hecho... Y de regreso a casa pensé en eso, me levanté pensando en eso y hasta hace unos segundos antes de besarte fue que decidí que realmente quería hacerlo.
—¿Pensaste en mí? —todavía no podía procesar lo que me había dicho. Mi corazón estaba apunto de estallar de la alegría—. Eso quiere decir que... te gustó, ¿no? Y que si lo recordarste y decidiste hacerlo fue porque no te arrepentiste de un todo.
Tardó unos segundos en admitirlo.
—Sí...
Luego de contestarme, Winston fue hacia mí y envolvió mi cuerpo entre sus brazos para darme un cálido abrazo que logró acelerarme el corazón. No pude evitar sonreírle y corresponderle.
—En realidad te veía como un amigo... —confesó, con una voz susurrante, pausada y suave que logró penetrar mis oídos y hacerme erizar la piel—. Pero desde lo que pasó ayer, algo cambió radicalmente. Tienes labios mágicos que dan besos mágicos.
El corazón estaba notablemente acelerado y, con una sonrisa estampada en mis labios, alcé mi rostro para poder hacer que nuestras miradas chocaran. Se inclinó, al tiempo que tomaba mi rostro entre sus manos, y me estampó un beso en los labios.
Luego otro, otro y otro que fue un poco más largo. Finalmente se separó de mí, sin dejar de verme de manera tierna hasta hacerme dar más cosquillitas en el estómago.
Quise preguntarle qué éramos o en qué tipo de relación era la nuestra luego del beso, pero me abstuve. No quería parecer urgido.
—Mañana llevaré a mi hijo al parque. Quiero compartir con él porque tengo días sin verlo...
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A Little Trace of Innocence ➳ McLennon
Fiksi PenggemarPaul es un joven universitario que se enamora perdidamente de su profesor de literatura y de su hermano gemelo. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación), su tratamiento informático...