Capítulo 36
Sábado 4 de junio de 1994
El Conocimiento; un trabajo auténticamente Personal:
Otra vez estaba Arturo con ellos cuando se encontraban analizando una llamada telefónica que habían recibido de Martha.
Martha era una persona con quien simpatizaban y que se encontraba admirada por lo que estaban recibiendo de parte nuestra, y que fue a visitarlos. Estando presente en una charla dijo que el contenido de todo esto le cambiaba la vida a cualquiera.
Después, preguntó a mis discípulos cuál era el rol de ella en toda esta experiencia, ya que si estaba cerca de ellos, seguramente, debía ser por tener alguna "misión" (como ella decía), y cuando al instante, yo, sin que me vieran, dejé escrito que la "misión" de Martha era "DAR EL MENSAJE", y mi discípula le mostró mi escritura, se desencajó totalmente, miró el reloj y dijo: "¡Ay, qué tarde se me hizo!" y huyó.
Martha había llamado para invitarlos a su casa como despedida, ya que para ella era un hecho consumado que mis discípulos dejarían la ciudad para irse a vivir a Nehuén Curá, aunque todavía, por parte de Él, no podría estar tan segura.
Él había decidido no aceptar la invitación. En cambio, mi discípula, no tuvo inconvenientes.
—¡A qué vamos a ir? —dijo Él— ¿A gastar energía inútilmente? Ya sabemos que con ella pasó lo que con otros: hablamos demasiado; predicamos. ¡Y Martha ya nos mostró que no está dispuesta a cambiar nada! ¿No viste cómo escapó cuando se enteró que ella también debía dar el mensaje? —argumentaba mi discípulo.
Ella, en cambio, decía que Martha se había asustado, pero que era una buena persona, que tenía buena onda, y que estaba bien que quisiera despedirlos. Cambiaron puntos de vista y Arturo también aportó algo.
Cuando estuvimos en contacto les pregunté cómo estaban y Él me contestó:
—Nos estamos haciendo problemas por una llamada telefónica. —a lo que alegué que eso era bueno. Que estas cosas sucederán siempre de ahora en más. Porque uno va tomando conciencia cómo era nuestra vida, qué vacía de contenido, qué intrascendente. —y Él preguntó
—¿Podés opinar con respecto a esa decisión que tomamos después de la llamada?
—¿Qué quieren saber? —pregunté y Él siguió
—Bueno, Ella dice que yo caigo víctima de mi Importancia Personal y por eso no quiero ir a lo de Martha. Y yo le expliqué que, tal vez, ella tenga razón, pero que no creo que sea así, sino que siento que nos hemos acercado a Martha predicando y no entendió, y ahora pienso que ella, por su importancia, por compromiso, quiere tener un contacto con nosotros antes que nos vayamos. Creo que si, verdaderamente, necesita ponerse en contacto con nosotros, antes que partamos, es ella quien tendría que venir a vernos, no ir nosotros a verla a ella. —mi risa hizo que mi discípulo aclarara y me comentó que su compañera había dicho
—Yo creo que es un capricho de niño. —acotó— y pienso que el ir o el no ir, es importancia. —a lo que agregué
—Sí. Es cierto. El ir o no ir. ¡Pero vayamos por parte!
Es cierto que ustedes al tener solamente el mensaje en cierto modo predicaron y no tuvieron en cuenta nuestras palabras cuando les decíamos que había que ver a quiénes llegaban; que no todos comprenderían; que había que ser prudentes, ¿verdad?
—Sí. —contestó
—Bien. En este caso, esa persona recibió un mensaje que, honestamente, recibió bien, y en todo caso, se asustó porque vio su vida reflejada en ustedes. Esto por un lado.
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"Charlas con Wilheim" (Libro 2do)
Phi Hư CấuEntre el final de La Casa de dos Puertas y lo que consideramos Laura y yo haber terminado de escribirla hubo un período en donde la confusión y el aprendizaje estuvieron en conflicto, más que nada en mí. Wilheim (que en realidad es Wilhelm pero como...