Capítulo 2

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Capítulo 2


Vuelvo a hacer la aclaración que si leyeron antes "La Casa de dos Puertas pueden encontrarse con cosas idénticas o similares. Pueden volver a leerlas o saltearlas, pero son necesarias para el relato.

El Espíritu — El Condicionamiento, y el Hacerse Cargo de los Pensamientos Ajenos:


No fue al día siguiente, sino el 3 de marzo, que decidieron ir a un parque (el Parque Pereyra Iraola que se encuentra a unos diez kilómetros de La Plata), para estar en contacto con la Naturaleza y poder charlar con nosotros más tranquilos.

Era día laboral y el parque estaba prácticamente desierto. Ella llevó su cámara de fotos y se fotografiaron los dos. Él se atrevió a dejarse fotogra­fiar abrazado a Ella; su resistencia iba cediendo. Pensó en las consecuencias si tanto su esposa o la madre de aquella vieran esa foto, pero casi no le importaron. En cierto modo se hacía cargo de los pensamientos de ellas.

Después de mirar los árboles desde distintos puntos de vista (llegaron a hacerlo desde abajo, acostados en el suelo al pie del árbol y mirándolo hacia arriba), comenzamos con el conocimiento del espíritu.

Les dije que el espíritu era como una envoltura y que dentro de él están con­tenidos los centros o núcleos de poderosísima energía. El hombre tiene esa energía, pero con el paso del tiempo, desde aquel primer contacto con los Hombres Superio­res, fue olvidando poco a poco esos poderes; porque la realidad y el mundo que se le fue mostrando hicieron que aquello fuera olvidado, y que esa energía es malgastada y es difícil volver a cargarse con ella.

Cada vez que el hombre permite su comunicación con personas poco evolu­cionadas, la energía, se pierde inútilmente.

—Esas personas son "buenas y justas" y ustedes sabrán distinguirlas. Me re­fiero a aquellas personas complacientes, por lo tanto mediocres, que estarán en la primera fila levantando su dedo acusador, en este caso, contra ustedes.

Esa energía que existe en sus espíritus debe ser bien aprovechada aplicán­dola al Conocimiento. —acoté— El Conocimiento es un camino que lleva a la Liber­tad. Y ese camino es una línea recta, siempre hacia delante. O te siguen o seguís solo. No se puede hacer otra cosa—.

Esta última frase no agradó a mi discípulo. Su parte oscura surgió y le recordó todos aquellos años de compañía. Hizo que no reparara en esos "flashes" de pen­samiento que proyectaba la otra parte de Él que quería surgir, y en los que le mos­traba el desinterés de su esposa con respecto a esta filosofía y el notable desamor existente entre ellos, las continuos artimañas de parte de Él, etc.

Retomó la charla mi compañera y les dijo que un Principio no podía ser origi­nado por nada, porque si es originado por algo, no sería Principio. Al no ser originado por nada, tampoco tiene fin. Y al no tener origen ni fin es Eterno. Por lo tanto el Espí­ritu es inmortal, porque no tiene principio ni fin. Por eso, todo aquello que no se mueve por sí mismo y que recibe movimiento, es llamado por el hombre, inanimado. Ese movimiento originado por algo que no tiene principio ni fin, Es; de ahí que cada espíritu sea Es. Es algo innombrable pues tiene nombre pero no se puede llamar—...

Más tarde mi compañera dijo:

—Ustedes han dado origen en la Tierra a la muestra del Amor Superior.

Cerraron un círculo que comenzará a poner en movimiento otra vez la rueda que gira sobre sí misma. Si bien el brindarse el uno al otro en cuerpo, alma y espíritu no llevará a grandes diferencias diríamos palpables, en ustedes, sí, es importante porque cada segundo de sus vidas estarán más unidos en la búsqueda de la Libertad y el Conocimiento. ¿Saben que existen muy pocos ejemplos en el mundo de un amor tan grande como el de ustedes? ¿Tan lleno de Benevolencia? ¿Tan falto de cade­nas? Por eso somos tan felices. Porque comprendieron tantas cosas aunque aún no se dieron cuenta.

Ahora deben saber que la mayoría, la generalidad de la gente, el noventa y nueve por ciento de la humanidad, pretende y espera que una mitad diga y haga de­terminadas cosas, pero además, la otra mitad espera lo mismo de la primera. Cuando un hombre entabla vínculos con otra persona, ese hombre espera que la otra persona diga y haga como él haría, o lo que a él le gustaría. ¿Por qué? Porque el amor humano existe gracias al "condicionamiento", entonces, siempre estaremos "subordinados" al deseo de los demás. Estaremos obrando siempre sobre la base de lo que los demás esperan que hagamos; nuestras actitudes, comportamiento, accio­nar, estará siempre condicionado y subordinado a aquellos deseos de las otras per­sonas con las que nos relacionamos.

El pensamiento es libre. El hombre piensa una cosa pero hace otra, porque estamos como amarrados a los deseos ajenos y no a los propios. Siempre es así. El amor humano es así. Pero cuando el hombre conoce el Amor Supremo, y ustedes ya están empezando a experimentarlo, pensamiento y obra son una sola cosa; por eso aquello que una vez les dijimos: "o te siguen... o seguís solo"—.

¡Otra vez se desestabilizó! Estas últimas palabras le dolieron. Estaba tan acostumbrado a su forma de vida, que a pesar de todo, hubiera querido que su es­posa comprendiese esto que ellos estaban aprendiendo. El acostumbramiento, la rutina de "tener que tener" a su esposa a su lado, desgarraba su comprensión. ¡Claro! Se conocían desde los siete años, cursaron juntos la escuela primaria, y a los diecisiete años ya eran novios; juntos hicieron la carrera universitaria, y después se casaron. Veintiséis años vivieron uno al lado del otro, ¿cómo no estar acostumbra­dos? Desde el punto de vista del mundo ordinario era justificable; tan justificable que ese sentimiento de Apego podía llegar a hacer que Él continuara viviendo como hasta ahora, siendo el de antes con la infelicidad de antes, pero conociendo otras cosas que después añoraría.

"Charlas con Wilheim" (Libro 2do)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora